domingo, 22 de mayo de 2011

Capitulo 14: Mariposa y Huracán (Parte 1)

Las finas gotas de lluvia recorren mi rostro hasta desembocar en los cuellos de la camisa blanca del uniforme. Estoy sentada en el césped, al lado de Jack que está tumbado, después de haber llorado había tomado esa postura. Por el rabillo del ojo veo como se incorpora y se coloca delante de mí, agita el rostro para indicar que es hora de marcharse. Lo sigo y el camino a casa es silencioso hasta que Jack decide hablar:
-Perdona. Has tenido que quedarte conmigo a pesar de la lluvia.
-No importa, me gusta la lluvia. Además no quería dejarte solo.-admito con una sonrisa.
-Soy un imbécil.-declara, dirijo la mirada hacia él.- He dejado a Annie sola, he huido para mi propio bienestar, y…mi comportamiento contigo ha sido muy injusto por mi parte.
-Jack, te he dicho que no pasa nada.-miro mis zapatos que están totalmente empapados.- Es normal que a veces queramos huir de la realidad. Cuando sucede algo que es totalmente “imposible” en nuestra cabeza, corremos al lugar más lejos que conocemos para que cuando volvamos a casa todo esté tranquilo y parezca que lo que temíamos era sólo una terrible pesadilla.
-Supongo, que tienes razón.- Después de unos minutos llegamos a casa de Jack, encontramos a Annie en el umbral de la puerta hecha un ovillo.- Annie ¿Qué haces aquí?- La niña de pelos rizados levanta la cabeza dejando ver las lágrimas que se deslizan por sus mejillas.
-Jack…no quiero que te sientas solo. Me tienes a mí a papá.- Se limpia la cara con la manga del pijama de flores que ya conocía.-Pensé que te habías ido y que no volverías.
Jack se acerca a su hermana y la abraza, le susurra algo y la niña parece tranquilizarse. Su padre también se reúne con ellos al escuchar que Jack había vuelto. Mi ro la escena con cierta nostalgia, yo no hago nada aquí. Me despido de la familia, que está sonriente pero tota por dentro. Al alejarme un poco escucho al señor Walker decir:
-No estáis solos, me tenéis a mí. Entremos que hace frío.             
Bajo el rostro y los pocos metros que hay hasta mi casa se me hacen eternos. Abro la puerta y me introduzco en el interior de mi oscura y solitaria entrada, habitada solo por mis posesiones.
“No estáis solos, me tenéis a mí”, “No importa, no quiero imaginar lo que debe ser para ti perder a toda la familia, Karen.”
Esas palabras empiezan a originarse en mi mente, hoy he escuchado como Matt y Jack decían que habían perdido a un ser querido pero…que sin embargo tenían al resto de su familia para apoyarlos. Es tan triste que yo no tenga a nadie. Escondo el rostro en mis brazos, aparece ese sentimiento que tanto he ocultado en mi interior: Me siento sola. Sollozo, no quiero recordar… encarcelé mis recuerdos hace tiempo y ahora han revivido de unas cenizas que creí haber deshecho.  En mi cabeza surgen esas imágenes que representan mi pasado.


La primera vez que pasó yo tenía cinco años, recuerdo que congelé un sillón del salón central. Mis padres se quedaran perplejos mientras que Elliot se ponía pálido. Moví mi cabeza a ambos lados buscando algo mejor que esas caras de horror por parte de mi familia. Esa semana entraba por primera vez al colegio, este hecho fue a causa de una enfermada que presentaba mi padre, estuvimos viajando de una ciudad a otra, de hospital en hospital y lo único que recuerdo es que los médicos decían: “Debe ser trasladado a…” Por eso mi madre no me llevó a ninguno. Elliot en cambio si asistía al colegio pero no duraba demasiado para él ya que cuando se adaptaba al nivel de la clase y a los profesores volvíamos a marcharnos a otro lugar. Cuando mi padre se recuperó nos establecimos en Barcelona.
Al ver que lo de mi habilidad era constante y aún peor, incontrolable la noche antes de mi primer día mis padres se reunieron conmigo en el comedor.
-Karen, sabes que tienes una habilidad que los demás niños no poseen ¿verdad?-manifestó mi madre, yo asentí.-No la puedes controlar y eso es a lo que más tememos, puedes hacerle daño a tus nuevos compañeros, por eso- mis padres cruzaron una mirada- No queremos que te acerques a ellos, por tu seguridad y por la de toda la familia.
Yo asentía, sabía que lo que me pasaba era una maldición y que podía ser muy peligrosa. Esa noche no dormí y no por los nervios de empezar a convivir por las mañanas con otros niños de mi edad, si no porque escuchaba a mi madre llorar en la otra habitación susurrando que cómo podía haber sucedido esto.
Llegue al patio del colegio, estaba todo infestado de niños. Mi padre me acompañó hasta mi respectiva clase, la puerta era blanca con una franja de color rojo y plasmado en ella había un caracol. Aferré con más fuerza la mano de mi padre, pero él me soltó suavemente y musitó:
-Recuerda lo que hablamos ayer, ¿vale?-en su rostro se dibujó una sonrisa torcida, luego se inclinó y me besó en la mejilla. -Pórtate bien- se despidió.

Entré, y la profesora me mostró dónde me tenía que sentar. Muchos niños se acercaron y mostrando sus dientes de leche torcidos me dedicaron una gran sonrisa, pero yo permanecía ausente, con una expresión imperturbable. Al ver que no mostraba ninguna simpatía…los niños se fueron alejando. Por dentro me moría de ganas de saludarles, pero eso era algo que no podía permitírmelo. En el recreo busqué un espacio apartado, entre los árboles había un espacio en la penumbra camuflado por las hojas de los naranjos. Allí empecé mis galletas de chocolate y busqué en mi mente una historia, en la que yo era normal y tenía amigos. En todo el día no congelé nada, bueno quizá un pájaro que permanecía junto al árbol en el que me escondía.

Mi padre me recogió del recinto al terminar la clase. Fuimos en su coche rojo escarlata.

-¿Qué tal?-preguntó, no se refería a cómo me había ido el día o si había hecho muchos “amiguitos” como preguntaría otro padre a su hijo normal. Se refería si había congelado a alguien.

-Bien, no ha pasado nada.-resoplé.

Él soltó una bocanada de aire. Permanecimos en silencio hasta llegar a casa, cuando entramos en el recibidor, mamá me miró a mí y luego a papá, al ver que este sonreía ella suspiró aliviada. Después me otorgó una pequeña caja, miré en su interior y unos ojos azules me sorprendieron. Acaricié su pelaje gris oscuro, me pareció un gato especial.

-¿Es para mí?-logré decir.

-Por supuesto, solo elige un nombre. -expresó mi madre acariciándome el cabello.

-Cómo en Alicia en el país de las maravillas el gato se va a llamar “Chesire”-mi pronunciación no fue la correcta, pero entendieron cómo quería que se llamase. Para que no fuera tan difícil para mí pronunciar su nombre, al principio, abreviamos el nombre a “Ches”.

En ese momento no me percaté pero Ches me fue entregado para que tuviera algún amigo, ya que con los otros niños no podía comunicarme.

Durante los primeros meses me comporté igual en el recinto escolar, apartándome de todos a mí alrededor y refugiándome en ese pequeño escondite de los árboles. Hasta que los profesores notaron mi comportamiento y llamaron a mi familia para saber que es lo que ocurría.

-Señor y señora Pearce, me preocupa su hija.-admitió la directora del centro.- Todo el grupo de profesorado ha notado que Karen no mantiene ninguna conversación o acto social. En el recreo se aleja hasta los árboles y no se acerca para jugar con otros niños. Sólo tiene cinco años y este comportamiento no es digno de su edad. ¿Pasa algo que quieran contarnos?

Elliot jugaba conmigo en un rincón, mientras la directora exponía mi caso.

-Directora, nuestra hija tiene cambios de humor muy bruscos- mintió papá- Si se encuentra cerca de alguien puede hacerle daño y por eso le hemos dicho que procure no establecer ninguna amistad.

-Entiendo, gracias por hacérnoslo saber señor Pearce. Pueden irse.-concluyó.

Un año transcurrió y mi vida no había cambiado nada: Mi habilidad no se separó de mí, se hizo más intensa, no había hecho ningún amigo y aún no sabía pronunciar bien “Cheshire”. Una cosa mejoró, mis padres asumieron mi “defecto” y Elliot me prestaba más atención.

Un día de verano, alguien llamó a la puerta, al abrir nos encontramos con dos hombres que se presentaron como Robert y Albert. Me acuerdo de sus trajes blancos y su extravagante tatuaje en la muñeca, una hiedra roja.

-Queremos extraer la habilidad de su hija.- dijeron al unísono.- Podrá vivir mejor, ella y vosotros.

-¿Cómo?, ¿Qué está diciendo?-preguntó frustrado Elliot, papá lo hizo callar.

-Exacto, podemos quitarle ese poder, déjenos explicarle el proceso y después aceptaremos vuestra respuesta.- Robert sonrió.

-Pase, nos gustaría oír lo que tienen que decir- Papá les acompañó hasta el salón, los hombres se acomodaron el sillón gris.-Bien, pueden proseguir.

-Gracias. Nosotros podemos quitarle esos poderes que posee. Algunos niños son como ella, no con esa misma habilidad, pero que también poseen ciertas características que los diferencia de los demás humanos. ¿Cómo puede ser posible que mi hijo tenga “eso”? es la pregunta más común, pero lamentablemente no podemos responder a esa pregunta, ni siquiera nosotros lo sabemos- Rió.- Pero si que podemos…

-¿Cómo sabían que Karen tenía una habilidad?, ¿cómo nos habéis encontrado?- Elliot hizo notar su desconfianza.

-La directora nos informó, ella nos ayuda a encontrar a los niños que no son “normales” para ayudarlos.-espetó Robert.

-Ya, pero es que a la directora le contamos una mentira, ¿Cómo sabía ella sobre esto?

-Elliot, cállate-advirtió papá.

-¿Y que hacéis con el poder que se extrae?

-Elliot, ¡cállate!-el tono de papá subió mucho.

-¿Y cómo lo extraen?, la tecnología no es tan avanzada…-prosiguió Elliot.

-¡Elliot a tu cuarto!

Vi como mi hermano salía de la habitación con lágrimas en los ojos. Papá había sido muy injusto, ya que las preguntas de un niño de once años eran más coherentes que las respuestas de dos hombres vestidos con elegancia y con tatuajes de hiedras rojas. Seguí a Elliot.

 

8 comentarios:

  1. elena :D he vuelto a escribir pasate x mi blog ;)
    pobre elliot xD que curioso es, ME ENCANTA!

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  2. :O k malos los padres de Karen... :$
    y pobre Elliot! T____T jo... solo hace la preguntas de un niño maduro k se preocupa por su hermana... repito: k malo es el padre ¬¬
    espero impaciente el proximo cap.
    bss

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  3. Elenna... que buen capítulo...lo estaba esperando...Es triste lo de Jack, pero él aún tiene a su padre y a su hermana, en cambio Karen no tiene a nadie.
    Que triste la historia de Karen, pobrecita, sola cuando niña...los padres de Karen se preocupaban mas por las apariencias que por la felicidad de sus hijos.
    Y pobre Eliot, como si fuera tan malo ser inteligente... malos papás, malos!
    Muchos besitos amiga y gracias por este nuevo capítulo, estaré esperando el próximo.

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  4. Pobre Karen... Pobre Elliot... La verdad es que sus padres no fueron muy buenos en cuanto lo de sus compañeros... Y encima luego cuando fueron los otros...

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  5. Joooo Pobre Elliot............... Con lo cuqui que es... xD
    No me mola el padre ehh xDxD
    mUY BUEN CAPÍTULO Elenna, sigue escribiendo así :D
    Un beso !!:P

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  6. Olaa.. Ola.. :)
    Dioss por finn pasado de Karen.. uff..
    pobrecitaa.. sin amigos ni nada.. -.- pero ueno.. que se le puede acer.. aunque no entiedno como no congela a su gato per si a otros... sera que tendra algo :P
    ueno... x ciero el ermano mui listoo ehh ;)
    unnbesoo!!

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  7. Hola Elena... ^^

    Muy bueno como siempre y algo me dice que Karen no esta del todo sola se que le aguardan buenas cosas...
    Y despues de todo lo que ha vivido pude soportar eso, esto y mas...Elliot save lo que dice...

    Saludos y buena vibra...^^

    P.D: Tu videos esta genial muy bueno rifado!!!
    Esperare tu siguiente Capitulo... xD

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  8. Oh Dios que pasado tan triste, aunque puedo comprender a los padres, cuando sabes que tu hija tiene estraños poderes, prefieren reconocer antes que es una enfermedad que algo que un don. Elliot es el único que de verdad quiere a su hermana...

    Me encanto este capitulo Elenna debí habermelo leido antes T.T

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