sábado, 30 de julio de 2011

Capitulo 20: Un recuerdo delatador

Gélidos trozos de hielo eclosionan en el suelo, su brillo es tan latente que apenas se puede advertir. El hombre, que hasta hace unos segundos estaba envuelto en esa capa cristalina, se sacude la chaqueta para eliminar los restos de lo que era mi habilidad. Mi brazo sigue sangrando con rigor y en el instante que aparté la mano para intentar congelar al ser que tenemos delante, el fluido rojo manó deseando escapar de lo que lo oprimía. El aire parece ausentarse ante mi necesidad de respirarlo, el suelo recibe el peso de mi cuerpo cansado. Marina se arrodilla a mi lado para intentar incorporarme pero sin éxito. El miedo que sentimos es mutuo, que mi habilidad haya fallado en un momento tan crítico hace que replantee mi decisión de luchar. Levanto levemente la cabeza para visualizar al hombre de cabellos negros que está buscando algo en el interior de su chaqueta, cuando lo encuentra lo coloca en mi frente. El frío acero hace que me estremezca, la forma circular se clava en mi piel y puedo ver como la persona que está apuntándome con una pistola tiene los dedos sobre el gatillo. Marina ha desparecido de mi lado, probablemente ha sido apartada con un brusco golpe para que después encargarse de ella. Noto el sabor metálico en mi boca y unas finas lágrimas han aflorado en mis ojos, es extraño pero nada se mueve en mi mente.
Con un estruendo el hombre se desploma, la pistola cae sobre mi regazo con un golpe seco y metálico. La aferro e instantáneamente queda teñida de escarlata.
El cuerpo inerte en el suelo queda envuelto en un tornado gris y se ve arrastrado por él hasta que sale disparado por los aires a una distancia incalculable. El golpe que recibirá al tocar tierra firme tiene que ser mortal.
-¿Vuelves a fallar?- Claus, al que identifico por la marca en el brazo, se deshace de la forma del tornado que ha lanzado al miembro de Hiedra Roja. Me tiende la mano. La agarro y me ayuda a levantarme. Scott está justo a la derecha atendiendo a Marina, que parece haberse dado un buen golpe con la pared en la que está apoyada. Al final acerté en mi deducción de lo que había pasado con ella en los momentos en que el arma estaba guiándome hasta la muerte.- No sabes utilizar tu habilidad, ese tío ha escapado de tu cubertura de hielo y a nosotros, cuando te hicimos creer que éramos de Hidra Roja, ni nos rozaste.
Tiene razón. Sus ojos azules se clavan en mí, esperando alguna contestación, pero yo permanezco impasible. Entonces sus hombros se crispan al percatarse de mi herida prominente.
-¿Qué te ha pasado?-pregunta acercándose mi brazo hacia su punto de visión.
-Hemos tenido un pequeño problema.
-Este mordisco no es de un animal…es de un humano.- un dolor punzante envuelve mi estómago.-De un niño en concreto, el tamaño de la herida y las marcas de los dientes me lo indican. ¿Qué ha pasado?-repite.
-¿No crees que lo más prudente sería llevarme a un hospital o algo?,- digo señalando la herida.- Esto duele más de lo creéis. Además, ¿cómo nos habéis encontrado?
-Tú estabas con Marina, el “rojizo” te seguía a ti y nosotros lo seguíamos a él.
-¿”Rojizo”?
-Scott y yo los llamamos así, a los de Hiedra Roja.
-¿Y no se dio cuenta en ningún momento que dos chicos lo estaban persiguiendo?-pregunto atónita.
-Sabemos cómo hacerlo.-contesta con superioridad.- Scott, ¿está bien, Marina?
-Sólo está inconsciente. La llevaré a casa.-Scott coloca a Marina sobre sus manos, dejando que la chica apoye la cabeza en su pecho. Se aproxima a su hermano y se dan la mano, en ese mismo instante Scott se transforma en un tornado gris que se eleva apresuradamente y se aleja hasta que el horizonte se lo engulle.
-Pensé que no podíais separaros, que vuestra habilidad no funcionaría si ocurría.
-No es permanente, Scott tiene poco tiempo antes de volver a ser humano. Cuando estamos juntos podemos estar el tiempo que queramos convertidos en viento giratorio pero cuando necesitamos alejarnos, el uno del otro, tenemos un límite de tiempo.- Ahora te llevaré en mi espalda para curarte eso, después quiero que me expliques todo lo sucedido.
Asiento. Claus se arrodilla. Cuando me subo a su espalda me siento como cuando era pequeña y Elliot me llevaba de la misma manera. Aseguro mis brazos alrededor de su cuello y al instante nos rodea un viento que gira a una velocidad estremecedora. Empieza a moverse, y me quedo asombrada al darme cuenta de que puedo ver a través del viento cómo si de un cristal se tratase. Nos elevamos y puedo visualizar, bajo mis pies, todas las viviendas que hay, y es cuando me fijo en que el hospital nos lo estamos dejando atrás.
-Claus.-lo llamo, él se vuelve para mirarme.- Nos estamos pasando el hospital.
-¿Hospital? Ni hablar.- contesta de mala manera.
-¿Entonces quién me va a tratar la herida?-protesto.
-La otra vez tuviste suerte, los médicos no advirtieron tus bajos grados de temperatura. Y el corte provocado por Bloody-Eyes tenías opción de taparlo con una mentira. Pero, incluso yo, estoy notando el frío que desprende tu cuerpo aún estando a principios de primavera. Y esa mordedura… no creo que podamos soltarles cualquier cosa para encubrir la verdadera razón por la que la tienes.
-¿Vas a curarme tú?- Asiente, mi cuerpo está empezando a perder fuerzas,- ¿Sabrás hacerlo?
-Sí, esta herida…-mira su brazo- me encargué yo de ella, obviamente con la ayuda de Scott. Hemos pasado por heridas peores y nos las hemos arreglado.
No hablamos más en todo el camino, así que dejo que mi mente se desprenda de todo lo que ha pasado y me acomodo en el hombro de Claus. En un par de minutos llegamos a su casa, y yo me bajo de su espalda.
El aspecto exterior de la residencia de los gemelos es tal y cómo me la imaginaba: la fachada está desconchada, desgastada y el color continúa en proceso de desaparecer. Pero cuando entramos me percato de que el interior no es nada comparable con lo que he visto fuera; es muy amplio, posee numerosas habitaciones a pesar de que la casa sólo disponga de una planta. El color de las paredes es marfil y el suelo está tapizado.  Claus se adelanta y me indica una puerta al final del pasillo, lo sigo.
Es la habitación dónde duermen los gemelos. Hay dos camas y una estantería llena de libros junto a una ventana redonda, por la que penetra la luz del sol anaranjado. Claus se aproxima a la cama, se inclina y busca algo debajo: una caja metálica. Me sujeta el brazo y abre el maletín que está repleto de objetos sanitarios. Esto me recuerda a cuando Jack me curó hace ya varios meses y le admití que no dejaba que nadie entrara en mi vida.
-¿Me vas a contar qué ha pasado?-insiste Claus.
Decido narrarle lo sucedido con el niño que casi nos mata a Marina a mí. Él está envuelto en tratarme la herida pero noto cómo palidece.
-…hasta que huimos del lugar dejando al niño congelado.-concluyo.- ¿Crees que es de Hiedra Roja?
-¿Tenía el tatuaje en la muñeca?- masculla uniendo con una aguja la abertura del mordisco.
-No. A menos no recuerdo haberla visto.
-Pues ahí tienes la respuesta. No sé quién pude ser pero es peligroso y puede volver…y esta vez no se detendrá con un poco de hielo.
-Enséñame- exijo ceñuda.
-¿Qué?
-A usarlo. A utilizar mi habilidad, antes has dicho que no sabía utilizarla.
-No me refería a eso.-levanta el rostro, que estaba pendiente de la herida.- Sólo digo que no los utilizas mortalmente.-no entiendo lo que quiere decir, él lo advierte y prosigue- Lo único que haces es cubrir el cuerpo, y ya has visto que ese “rojizo” lo ha roto.
-¿Entonces que hago?-el dolor que me produce la aguja en la piel provoca una mueca en mi rostro.
-Tienes que congelar el corazón, si lo consigues te aseguro que morirá.
-No sé cómo hacerlo.
-Yo y Scott podemos enseñarte. Tómatelo como unas clases de aprendizaje- me cubre la herida con una venda y sonríe-¿Estás dispuesta?
-Supongo…
Claus se queda mirándome, con una expresión de preocupación
-¿Te duele?
-¿Qué?-gesticulo.
-Estás llorando.-suelta. Mi mano se desliza sobre mis mejillas y noto que se humedece; es verdad, pero no es por el dolor de la herida.- ¿Quieres un pañuelo?
-Esto es demasiado.-no hago caso a su oferta, las lágrimas siguen precipitándose de mis ojos sin cesar.- No puedo afrontar todo esto: el niño, Hiedra Roja, la opción de luchar y el peligro que supone para las personas que hay a mí alrededor.
En ese momento llega Scott jadeando, seguro que ha tenido que volver andando desde una larga distancia. Se queda mirando la escena y noto cómo sus hombros se tensan.
-¡Scott, menos mal que has venido!-exclama Claus, exasperado- Tú eres el más sentimental así que ayuda a Karen.-le da una palmada a su hermano en el hombro, cómo si le pasara un relevo, y Scott se acerca a mí.
Me seco las lágrimas con un pañuelo que me entrega y de repente me siento muy avergonzada por la situación.
-Sé que es difícil pero no vas a estar sola, no vas a afrontar esto únicamente tú, estaremos para ayudarte…siempre.-sonríe.
Me quedo sin palabras, y antes de poder responder vuelve al lado de su hermano.
-Gracias-agradezco.- ¿Marina está bien?, ¿no corre peligro estando en casa?
-Sí, está bien. Se puso a preguntar por ti y le informé de tu estado. Respecto a tu otra pregunta te puedo decir que ella está a salvo, Hiedra Roja no tiene suficientes datos sobre ella, de hecho, seguro que supieron de ella ayer u hoy mismo. No es bastante tiempo cómo para averiguar dónde vive.-me mira.-tus amigos tienen la misma o más suerte que Marina. Están todos a salvo. Todos…excepto tú.
-Entonces no puedo volver a casa.-deduzco.
-Por ahora no. Puedes quedarte aquí o en otro lugar que te resulte más cómodo. Tú eliges.
-Prefiero quedarme aquí-admito. Entonces me percato de algo y busco el móvil en mi bolsillo, marco el número y espero, atemorizada, a que responda. Afortunadamente, lo hace.-Jack, no te acerques a mí casa, Hiedra Roja tiene los ojos puestos en ella.-Jack comienza a alterarse preguntando sin parar y yo decido contárselo todo.
-Voy enseguida para allá-dice desde el otro lado del teléfono.
-No…espera.-intento impedírselo pero él ya ha colgado.
Transcurren más de cuarenta minutos, empiezo a preocuparme pero no dura mucho esa inquietud porque el timbre suena por todo la casa anunciando su llegada. Acudo para abrirle y lo primero que hace al verme es besarme, noto su agitación y su pulso palpitando con fuerza. Me suelta.
-Que bonito.-dicen los gemelos a la vez con ironía.
-Jack, ¿qué te pasa?-pregunto porque está blanco como la nieve.
-Caroline…Scarlett…he visto a los de Hiedra Roja pasar por sus casas, mientras venía hacia aquí... Karen, están en peligro.
-¿Qué? Pero…si…es imposible. ¿Te han visto a ti también?-niega con la cabeza.-Tenemos que ir a ayudarlas.-los gemelos asienten- Jack y yo iremos a por Scarlett, vosotros a por Caroline.
-Espera, Jack no tiene habilidad ¿verdad?-niego con la cabeza, Claus se pone tenso.-Y tú necesitas mejorar en la congelación, ¿no vais a ser un blanco fácil?
-Puede, pero al menos unos segundos podré retenerlos.-no parecen muy convencidos pero finalmente aceptan a regañadientes.
Les digo la dirección de  Scarlett a los gemelos para que nos transporten en un tornado para llegar más rápido, cuando nos deja a pocos metros de la casa de Scarlett les entrego un papel con la dirección de Caroline.
Jack y yo nos acercamos con cautela, pero no visualizamos a nadie de Hiedra Roja. Cuando estamos en la puerta de la peluquería, esta se abre y tres hombres “rojizos” salen de su interior apresurándose a agarrarnos por las manos con una fuerza increíble.
Scarlett sale después, su ropa también es blanca y el tatuaje es plenamente visible; pero es distinto a los demás, le cubre todo el brazo: desde la muñeca hasta el hombro.
-No, Scarlett dime que no es cierto.-susurro y el “rojizo” me agarra con más fuerza suprimiendo mi oportunidad de atacar.
-Hazlo ya, Bloody-Eyes. Te dije que el niño rubio que estaba espiando era amigo de Karen y que seguro que la traería para poder rescatarte juntos y parece que no me equivoqué.-el hombre que sujeta a Jack suelta una carcajada.- Sí, muchachito advertimos tú presencia y nos has traído a tu novia para matarla. Tienes que estar muy orgulloso.-A Jack se le crispa el rostro al darse cuenta del engaño en el que ha caído sin advertirlo, e intenta forcejear pero es inútil.
<<Bloody-Eyes>>-esas palabras tamborilean en mi mente.
-Acabemos con esto.-una sonrisa gélida cruza el rostro de Scarlett. Se aproxima lentamente hacia a mí, Jack se agita y empieza gritar mi nombre. Scarlett hace caso omiso y se detiene a unos pocos centímetros de mí.-Y pensar que pudiste haberlo evitado.-no respondo-Pudiste haberme dejado morir aquel día en la nieve…
Entonces sus palabras aparecen parpadeantes en un recuerdo brillante:
“Nadie me necesita. Ni siquiera ellos. Será mejor morir y así…”- esas fueron sus palabras, que después confirmó como algo que ella no recordaba. El día que le ofrecí una oportunidad. El día que arriesgué mi vida por ella, el día de la nieve…
Antes de que pueda replicar, me coge el rostro y lo alza obligándome así a mirarla. Sus ojos me hipnotizan impidiendo apartar la mirada de ellos, entonces empiezan a cubrirse de sangre…
Cuenta que lo último que visualizaban los asesinados eran unos ojos rojos que manaban sangre de color carmesí.” Eso es lo que decía la leyenda que me contó la misma Scarlett, la misma Bloody-Eyes…

-¡¡NO!!-escucho a Jack gimiendo, aún aferrado a el hombre que lo tiene inerte.

miércoles, 20 de julio de 2011

Capitulo 19: Cara a cara con el peligro

Me aproximo lentamente hacia ella, quiero saber por qué el recuerdo de mi familia me ha traído hasta aquí. Llego hasta, lo que creo, que es una distancia prudente por si pretende atacarme, antes de poder descartar esa idea me aferra la muñeca y empieza a correr fuera del callejón.
-Te llevan siguiendo un buen rato-dice, volviéndose hacia atrás para mirarme.
-¿Qué?-consigo gesticular.
-Hiedra Roja, por eso te he guiado hasta el callejón.
-¿Tú me has guiado?
 Agita la cabeza afirmándolo, haciendo que sus cabellos castaños se balanceen.
-Pero si  he visto a mi hermano y a mis padres; y ellos han hecho que los siguiera.- jadeo, estoy cansada y noto mi corazón palpitar con intensidad. Las calles están muy transitadas pero nadie se da cuenta de que lo, verdaderamente, pasa.
-Exacto.- se percata de que esa respuesta no me dice nada, entonces, prosigue.-Mi habilidad consiste en eso.
Me detengo en seco, provocando su parada también.
-¿Habilidad?, ¿Hiedra Roja? ¿Tú también?-pregunto asimilando toda la información. Nos hemos quedado delante de una tienda de ropa que está atestada de adolescentes que entran con la cartera llena de dinero y salen con cinco bolsas.
-Sí. Conozco a Hiedra Roja pero ellos a mí aún no. No poseen datos sobre mi existencia o de la de mi familia, ya que hemos aparentando ser normales y ha funcionado.-mira a ambos lados- Mi habilidad es la creación de ilusiones a partir de los recuerdos de los demás, para atraerlos o alejarlos de mí.
-Entonces lo que yo he visto era…
-Una ilusión. No es la primera vez que utilizo mi habilidad en ti-Sonríe al ver mi sorpresa- ¿Recuerdas a Annie en el pub Cereza o a tu hermano correr por el pasillo del instituto?
-Sí, pero pensé que sería producto de locura.-me quedo pensando- ¿Para qué utilizaste, entonces, a la Annie y al Elliot de mis recuerdos?
-En el caso de la hermana de Jack, sólo lo hice para indicarte dónde estaba. Y Elliot fue para contarte lo que te estoy contando ahora, sobre mi habilidad, Hiedra Roja…
Vuelvo la vista hacia atrás.
-¿Hiedra Roja me persigue, Marina?
-Desde que Bloody-Eyes fue a tu casa, te han estado observando esperando el momento para atacar.Sí, estoy informada.-observo que sus hombros se han tensado.-Te presentaré a una amiga que puede esconderte.
-¿Esconderme? Pero yo no quiero…-intento decir.
-¡¿No pensarás en luchar?!-grita con un hilo de voz. Algunas personas que hay alrededor se han girado para mirar, Marina se da cuenta y respira hondo para calmarse.-Te llevaré con la chica, y no me repliques. Sólo te intento poner a salvo.
Me doy por vencida, ya que la idea de luchar la decidí hace cinco minutos y sin haber una razón coherente. Avanzamos por las calles de Madrid, de vez en cuando me giro  para percibir posibles ataques; afortunadamente no sucede nada.
Después de una exhaustiva tarde caminando, llegamos al destino que nombraba Marina. La casa de la chica que me va a esconder es de gran tamaño, un jardín lo rodea y está protegido por una verja que, ahora, se encuentra abierta levemente.
-Entremos,-dice con un tono de voz seco- nos está esperando.
-¿Lo teníais planeado?-Asiente- ¿Desde cuando?
-Hoy. No dedicamos tanto tiempo en ti, también hay varios chicos más- Instantáneamente pienso en Matt.

El pasillo está cubierto por una alfombra color carmesí, unas lámparas de araña nos indican por dónde tenemos que seguir. Marina alza la voz para llamar a la chica de nombre: “Lessia”. No contesta. Subimos al piso de arriba, doy un traspié y la madera cruje. Una puerta del pasillo está abierta, sin más dilación corremos hacia ella porque algo no va bien.
Puedo percibir la palidez que va adquiriendo mi rostro; la chica es ahora una masa sangrienta, tiene mordiscos por todo el cuerpo e incluso en algunas partes se puede visualizar el hueso…su rostro es irreconocible ya que está magullado, su cabello rubio presenta una capa color rojo que se va deslizando hasta nuestros pies. Al lado de la ventana hay un niño pequeño de, aproximadamente, ocho años, rubio reflejado en el cristal nos muestra una mandíbula impregnada de carmesí.
-¡¿Qué le has hecho?!-grita Marina- ¡¿Qué mierda le has hecho?! , ¡Contesta, bestia!
-No me llames así.-lo dice tan bajo que parece un susurro.
Marina se aproxima al cuerpo incompleto que sigue inerte en el suelo; sin vida. Coge una de sus manos, la cual le falta dos dedos que han sido brutalmente arrancados. Solloza.
Sin previo aviso, el niño se gira hacia nosotras. Sus ojos son azul eléctrico, y su rostro es anguloso. Olisquea un poco el ambiente y nos muestra todos sus dientes ensangrentados.
-Carne viva. ¡Hoy voy a tener un festín!-levanta las manos y aplaude con alegría.- Hoy saborearé hasta los huesos de estas dos niñas.
-Corre, Karen.-musita Marina, aún sujetando el cuerpo de su amiga.
-¿Quién es?-pregunto- ¿Es de Hiedra Roja?
-Karen, vete.
-No.
El niño está justo en frente de nosotras, tiene la boca abierta y está preparado para empezar su cena. Su primera presa es Marina, pero antes de que pueda llegar su boca a su rostro me interpongo y su ataque finaliza en mi brazo. Su fuerza es inhumana, me desgarra la piel y parte de carne, emito un grito y las lágrimas se deslizan por mis mejillas. El dolor que siento es peor que el que sentí al perder a mi familia y eso me disgusta. Me miro el brazo: se ve parte del hueso.
El niño mastica lo obtenido y yo no puedo evitar el impulso de vomitar. Me tiemblan las piernas y, al final, termino por desplomarme al lado de Marina, que me mira con una mezcla de sorpresa y angustia.
-Asqueroso niño- gruñe.
-¿No puedes utilizar tu habilidad?-pregunto, parece cómo si me faltara el aire. La herida ha empezado a manar sangre, el niño desliza su lengua por el labio superior nutriéndose de los restos de sangre.
-Tu habilidad es el hielo, deliciosa.- se frota los cabellos rubios y su mirada se para en Marina.
-¿Cómo lo sabes?- pregunto aturdida.
-Puedo adivinarlo con tu sangre.- suelta una carcajada- ¿Cómo puedes ser tan ignorante?
-Mi habilidad, tengo que concentrarme para penetrar en su mente y formar una ilusión a partir de sus recuerdos y en este momento me resulta imposible, Karen- susurra a modo de respuesta a mi pregunta anterior.
El niño se acerca hasta quedar en un extremo de la luz de un candelabro, colocado en un mueble de color marfil, entonces puedo advertir su tono pálido de piel. Una sonrisa malévola nos saluda indicándonos que va por el siguiente bocado.
Alzo la mano y congelo al niño, que queda atrapado en un témpano de hielo que reluce.
-Tenemos que huir, Marina.
-No puedo dejarla aquí.
-Sabes que está muerta, no podemos hacer nada.-susurro con delicadeza.- Además el hielo no va a tardar mucho en deshacerse.
Asiente, deja al cuerpo en el suelo y es un acto que la hace estremecer. Salimos corriendo de la casa, al principio pensé que era muy acogedora, ahora no volvería nunca. Llevo la mano encima de la herida para evitar que mi cuerpo se desprenda de más sangre durante el camino, cuando estamos lo suficiente lejos de la mansión digo:
-¿A dónde irá el niño?
-No lo sé.- sus lágrimas rebosan de sus ojos ahora más que antes- La he perdido, Karen.
La aproximo hacia mí (con la mano que me queda libre) y la envuelvo en un abrazo, mientras se despide del dolor canalizado en gotas que se deslizan por sus pómulos me cuenta la historia con Lessia, su amistad y sus ayudas por parte de ambas.
Cuando se relaja y se separa de mí, sus pupilas están dilatadas y lo blanco de sus ojos se ha vuelto rojo. Me miro, de nuevo, la herida. Está fatal.
-Vamos, te llevaré a un hospital.-dice Marina.
Damos unos pasos más lentos para llegar al centro de salud más cercano, pero alguien con chaqueta blanca y pantalones del mismo tono nos hace parar.
Tiemblo, es un componente de Hiedra Roja, cabellos negros, ojos grises, rostro con unas facciones muy marcadas, es mucho mayor que nosotras.
-Marina Queen- lo nombra con una enorme satisfacción.- ¿Creías que no nos daríamos cuenta de que tú también tienes una habilidad?-Marina abre los ojos y sus mejillas palidecen, el hombre me mira.- Karen Pearce. Creo que es hora de mataros a las dos de una vez para obtener vuestras habilidades.
Doy un paso atrás, coloco la palma de mi mano delante de mi y hago lo mismo con él que con el niño: congelarlo. Cuando lo veo paralizado dentro de otro bloque de hielo una gran calma recorre mi cuerpo, antes de que pueda mirar a Marina triunfante el boque dónde está el hombre se rompe en mil pesados dejando al ser libre.
-¿Esto es lo único que puedes hacer?-pregunta con satisfacción.

lunes, 11 de julio de 2011

Capitulo 18: Decisiones que pueden cambiarlo todo.

Me incorporo con rapidez. La declaración de Matt me ha dejado sin palabras, ¿de verdad sentía eso por mí? O ¿sólo es una ironía de las suyas?
-¿Qué?-consigo decir. Matt permanece callado con un sentimiento afligido palpable.- Yo…yo quiero a Jack.
-¿De verdad?- pregunta con los ojos clavándose en los míos.- ¿Sólo porque te dijo unas palabras bonitas y te besó? Yo también puedo hacer eso, de hecho carezco únicamente del beso.
Noto una sacudida que recorre todo mi cuerpo. ¿Sólo por eso…estoy enamorada de Jack? No, no puede ser. Hay otras razones por lo que tengo ese sentimiento hacia él, pero antes de relatarle esos motivos me percato de algo:
-¿Cómo sabes eso?
-Jack no es el único que se preocupó ese día por ti.-admite- Yo también te estuve vigiando por si hacías otra imprudencia cómo la primera de “quitarte la vida”-desvío el rostro.- Sí, oí todo lo que dijo.
-Pero no es esa la única razón- intento decir- Jack me ha prestado su ayuda siempre que la he necesitado, además…
-Además te salvó de los chicos callejeros provocándose una herida en el hombro.-me interrumpe-¿A caso no hice algo parecido?, ¿no ahuyenté a los mismos chicos?, ¿no te salvé de una muerte segura cuando creías que esa la única solución? El mismo día en el que Jack se declaró.
-Para.-espeto.
-Porque sabes que tengo las mismas posibilidades que tiene Jack para estar contigo.
De repente un silencio abrumador nos inunda, el cielo anaranjado del atardecer se ha ido consumiendo hasta quedar en un manto oscuro dirigido por la luna.
-Te dejo que lo pienses.-concluye mientras se aleja.
-No necesito pensarlo.
-Sí, si lo necesitas-y con un leve movimiento de  mano, se despide.
Espero a que la noche engulla al ser que se separa de nuestras palabras para comenzar a emprender mí vuelta a casa. Todo este día me ha cogido desprevenida: los gemelos, Bloody-Eyes, la confesión en forma de poema y el desequilibrio sentimental que siento en este preciso momento. Me siento como si estuviera pérdida en mi propio interior. Desde siempre he entendido como han querido los demás que actuara: solitaria para no hacer daño a los demás y para mantener mi pasado oculto y así no perjudicar a mi tía. Y ahora, cuando tengo que decidir por mí misma… no tengo ni la menor idea de qué hacer.
Mi cuerpo experimenta una leve sacudida al ver a Jack, apoyado, en la puerta de mi casa. Tras unos minutos, advierto que no lo he avisado para decirle que salí antes del hospital. Su preocupación se palma al instante.
-Lo siento, Jack.
-Pudiste haberme avisado-dice.
-No pensé que llegaría tan tarde, han pasado muchas cosas por el camino.-no me doy cuenta de lo digo hasta que he acabado. Él me mira con curiosidad. Empiezo a relatar mi historia suprimiendo, claro está, la parte en la que aparece Matt. Jack escucha atentamente, pero no añade ningún comentario al respecto.
-Entonces… ¿vas a luchar?- pregunta al finalizar mi relato.
-No estoy segura. Hoy tengo que pensar muchas cosas, aclarar mis ideas.
-Te apoyaré decidas lo que decidas, ya lo sabes.- Ese comentario no me lo esperaba, él se da dado cuenta y se acerca lentamente.
-¿Y si decido mal?, ¿y si os pongo en peligro a todos por esta única decisión? Tengo miedo de lo que podría ocurrir si no es la elección correcta.-balbuceo.
-Karen, a lo largo de la vida vas a tener que elegir entre dos o más caminos que se te presentarán, aunque el recorrido de éstos son totalmente desconocidos. Esta no es ni será la primera ni la última decisión que tomes. Nadie puede deducir si las decisiones que eligen son, con exactitud, las correctas, pero cuando determines el camino que quieres, tienes que estar orgulloso de haberlo escogido porque si no es lo que esperabas, te pasarás la vida atormentándote por no aferrar la otra opción que se te proponía. Recuerda esto: la opción más correcta es a veces la más difícil.-nos quedamos varios minutos en silencio, lo que dice es cierto.- Miedo. ¿No recuerdas lo que te dije el día que nos conocimos?-Asiento- Aún tienes miedo de lo que no conoces, cuando comprendas lo que es para ti desconocido, entonces dirás si tienes miedo.
-Es fácil cuando no eres tú quién debe decidir.
-Yo también he tenido que tomar decisiones.-se queda callado.- La más difícil fue confesarte mis sentimientos, pero ahora estoy feliz de haberlo hecho.
Me acerco lentamente hasta alcanzar ese beso que tanto he anhelado, pero el sentimiento es algo distinto. Nos separamos y le pregunto:
-¿Crees que Bloody-Eyes vendrá a mi casa de nuevo?
-No, pienso que “ella” también te va a dejar que reflexiones sobre lo que vas a hacer. ¿Sabes ya de que va esa leyenda?-sacudo la cabeza- Deberías preguntarle a alguien, veamos, Matt no tiene ni idea de leyendas- el sonido de su nombre hace que me sonroje- Caroline, tampoco…Espera cuando fuimos a casa de Scarlett visualicé unos libros famosos de leyendas, a lo mejor te puede ayudar.
-Sí.
Jack se marcha a su casa y yo me apresuro a entrar a la mía y tumbarme sobre la cama. Por mi cabeza pasan millones de preguntas que no tienen respuesta, no consigo decidirme sobre nada. Al final me quedo dormida sin advertirlo.

Estoy delante de la casa de Scarlett, la peluquería no tiene ningún cliente por lo que el ambiente está muy solitario. Su madre me vuelve a señalar las escaleras, como la primera vez que la visité, y yo me limito a hacerle caso. Me encuentro a Scarlett en el sofá sirviendo un poco de té en unas tazas de porcelana con motivos negros, me hace un gesto para que la acompañe.
-Hacía mucho que no me visitabas, ¿a qué se debe?- sirve el té en la taza y me la entrega.
-Quería preguntarte algo, tú conoces algunas leyendas ¿verdad?- digo directamente.
-Bueno, sé algunas pero puedo consultar algún libro si hace falta- sonríe y se acerca el líquido, de su taza, a los labios.
-Es del siglo XVI, Bloody-Eyes.
-Creo que he oído algo sobre eso,- suelta la taza y se aproxima a la estantería más cercana, cuando encuentra el libro que buscaba vuelve a su posición inicial con el libro en su regazo, pasando las páginas con firmeza.- Aquí, dice: En un pueblo cubierto entre las sombras existía una chica de ojos rojos, cada noche se presentaba de forma invisible en las moradas de los ciudadanos y colocaba una herida en su pecho, poco profunda, para advertirle de él sería el siguiente en caer muerto. Sus ojos poseían cierta maldición, no era necesario nada más que su mirada para llevar a su victima bajo tierra. Cuenta que lo último que visualizaban los asesinados eran unos ojos rojos que manaban sangre de color carmesí. Por eso se le apodó con el nombre de Bloody-Eyes. Que historia tan desagradable-concluye.
-Bastante, Gracias Scarlett.
-¿Necesitas algo más?- Niego con la cabeza y cierra el libro.- A mi padre le encanta este tipo de cosas, por eso tiene tantos libros.-me mira- No soy tan buena como él, pero espero haberte servido de ayuda.
-Por supuesto.-agradezco no muy convencida.
-Pero… ¿para qué te hacía falta?-vuelve a sorber de la taza.
-Lo escuché hace unos días y tenía curiosidad.
-Entiendo, pero espero que no sea nada.-en su rostro se palpa la preocupación que tiene por mí. Estoy cansada de ver esa expresión en mis amigos.
-Tranquila, de verdad.

La leyenda es familiar a lo que me ocurrió a mí, dentro de poco podré ver esos ojos sangrientos antes de mi muerte. He tomado la decisión de luchar, aunque no sé muy bien cómo. Antes de pensar en cualquier estrategia, veo unos rostros que me resultan terriblemente familiares, cuando me acerco a dónde están los reconozco sin ningún esfuerzo y por mi cabeza pasa la posibilidad de que, definitivamente, me he vuelto loca: Son mis padres junto a mi hermano.
Comienzan a correr, no dudo en seguirlos. He visto a mi hermano en otra ocasión y ahora estoy ante toda mi familia. Puede que dentro de nada me despierte en mi habitación suspirando: Ha sido un sueño. Pero necesito ver a dónde me llevan. Recorro las numerosas calles de Madrid, mezclándome con la multitud, hasta que mi familia parece detenerse cerca de un callejón, al cruzar la esquina de desvanecen en forma de motas de polvo, detrás de lo que antes era mi familia, está Marina con una sonrisa en el rostro.
-Al fin nos encontramos, Karen.