Con un estruendo el hombre se desploma, la pistola cae sobre mi regazo con un golpe seco y metálico. La aferro e instantáneamente queda teñida de escarlata.
El cuerpo inerte en el suelo queda envuelto en un tornado gris y se ve arrastrado por él hasta que sale disparado por los aires a una distancia incalculable. El golpe que recibirá al tocar tierra firme tiene que ser mortal.
-¿Vuelves a fallar?- Claus, al que identifico por la marca en el brazo, se deshace de la forma del tornado que ha lanzado al miembro de Hiedra Roja. Me tiende la mano. La agarro y me ayuda a levantarme. Scott está justo a la derecha atendiendo a Marina, que parece haberse dado un buen golpe con la pared en la que está apoyada. Al final acerté en mi deducción de lo que había pasado con ella en los momentos en que el arma estaba guiándome hasta la muerte.- No sabes utilizar tu habilidad, ese tío ha escapado de tu cubertura de hielo y a nosotros, cuando te hicimos creer que éramos de Hidra Roja, ni nos rozaste.
Tiene razón. Sus ojos azules se clavan en mí, esperando alguna contestación, pero yo permanezco impasible. Entonces sus hombros se crispan al percatarse de mi herida prominente.
-¿Qué te ha pasado?-pregunta acercándose mi brazo hacia su punto de visión.
-Hemos tenido un pequeño problema.
-Este mordisco no es de un animal…es de un humano.- un dolor punzante envuelve mi estómago.-De un niño en concreto, el tamaño de la herida y las marcas de los dientes me lo indican. ¿Qué ha pasado?-repite.
-¿No crees que lo más prudente sería llevarme a un hospital o algo?,- digo señalando la herida.- Esto duele más de lo creéis. Además, ¿cómo nos habéis encontrado?
-Tú estabas con Marina, el “rojizo” te seguía a ti y nosotros lo seguíamos a él.
-¿”Rojizo”?
-Scott y yo los llamamos así, a los de Hiedra Roja.
-¿Y no se dio cuenta en ningún momento que dos chicos lo estaban persiguiendo?-pregunto atónita.
-Sabemos cómo hacerlo.-contesta con superioridad.- Scott, ¿está bien, Marina?
-Sólo está inconsciente. La llevaré a casa.-Scott coloca a Marina sobre sus manos, dejando que la chica apoye la cabeza en su pecho. Se aproxima a su hermano y se dan la mano, en ese mismo instante Scott se transforma en un tornado gris que se eleva apresuradamente y se aleja hasta que el horizonte se lo engulle.
-Pensé que no podíais separaros, que vuestra habilidad no funcionaría si ocurría.
-No es permanente, Scott tiene poco tiempo antes de volver a ser humano. Cuando estamos juntos podemos estar el tiempo que queramos convertidos en viento giratorio pero cuando necesitamos alejarnos, el uno del otro, tenemos un límite de tiempo.- Ahora te llevaré en mi espalda para curarte eso, después quiero que me expliques todo lo sucedido.
Asiento. Claus se arrodilla. Cuando me subo a su espalda me siento como cuando era pequeña y Elliot me llevaba de la misma manera. Aseguro mis brazos alrededor de su cuello y al instante nos rodea un viento que gira a una velocidad estremecedora. Empieza a moverse, y me quedo asombrada al darme cuenta de que puedo ver a través del viento cómo si de un cristal se tratase. Nos elevamos y puedo visualizar, bajo mis pies, todas las viviendas que hay, y es cuando me fijo en que el hospital nos lo estamos dejando atrás.
-Claus.-lo llamo, él se vuelve para mirarme.- Nos estamos pasando el hospital.
-¿Hospital? Ni hablar.- contesta de mala manera.
-¿Entonces quién me va a tratar la herida?-protesto.
-La otra vez tuviste suerte, los médicos no advirtieron tus bajos grados de temperatura. Y el corte provocado por Bloody-Eyes tenías opción de taparlo con una mentira. Pero, incluso yo, estoy notando el frío que desprende tu cuerpo aún estando a principios de primavera. Y esa mordedura… no creo que podamos soltarles cualquier cosa para encubrir la verdadera razón por la que la tienes.
-¿Vas a curarme tú?- Asiente, mi cuerpo está empezando a perder fuerzas,- ¿Sabrás hacerlo?
-Sí, esta herida…-mira su brazo- me encargué yo de ella, obviamente con la ayuda de Scott. Hemos pasado por heridas peores y nos las hemos arreglado.
No hablamos más en todo el camino, así que dejo que mi mente se desprenda de todo lo que ha pasado y me acomodo en el hombro de Claus. En un par de minutos llegamos a su casa, y yo me bajo de su espalda.
El aspecto exterior de la residencia de los gemelos es tal y cómo me la imaginaba: la fachada está desconchada, desgastada y el color continúa en proceso de desaparecer. Pero cuando entramos me percato de que el interior no es nada comparable con lo que he visto fuera; es muy amplio, posee numerosas habitaciones a pesar de que la casa sólo disponga de una planta. El color de las paredes es marfil y el suelo está tapizado. Claus se adelanta y me indica una puerta al final del pasillo, lo sigo.
Es la habitación dónde duermen los gemelos. Hay dos camas y una estantería llena de libros junto a una ventana redonda, por la que penetra la luz del sol anaranjado. Claus se aproxima a la cama, se inclina y busca algo debajo: una caja metálica. Me sujeta el brazo y abre el maletín que está repleto de objetos sanitarios. Esto me recuerda a cuando Jack me curó hace ya varios meses y le admití que no dejaba que nadie entrara en mi vida.
-¿Me vas a contar qué ha pasado?-insiste Claus.
Decido narrarle lo sucedido con el niño que casi nos mata a Marina a mí. Él está envuelto en tratarme la herida pero noto cómo palidece.
-…hasta que huimos del lugar dejando al niño congelado.-concluyo.- ¿Crees que es de Hiedra Roja?
-¿Tenía el tatuaje en la muñeca?- masculla uniendo con una aguja la abertura del mordisco.
-No. A menos no recuerdo haberla visto.
-Pues ahí tienes la respuesta. No sé quién pude ser pero es peligroso y puede volver…y esta vez no se detendrá con un poco de hielo.
-Enséñame- exijo ceñuda.
-¿Qué?
-A usarlo. A utilizar mi habilidad, antes has dicho que no sabía utilizarla.
-No me refería a eso.-levanta el rostro, que estaba pendiente de la herida.- Sólo digo que no los utilizas mortalmente.-no entiendo lo que quiere decir, él lo advierte y prosigue- Lo único que haces es cubrir el cuerpo, y ya has visto que ese “rojizo” lo ha roto.
-¿Entonces que hago?-el dolor que me produce la aguja en la piel provoca una mueca en mi rostro.
-Tienes que congelar el corazón, si lo consigues te aseguro que morirá.
-No sé cómo hacerlo.
-Yo y Scott podemos enseñarte. Tómatelo como unas clases de aprendizaje- me cubre la herida con una venda y sonríe-¿Estás dispuesta?
-Supongo…
Claus se queda mirándome, con una expresión de preocupación
-¿Te duele?
-¿Qué?-gesticulo.
-Estás llorando.-suelta. Mi mano se desliza sobre mis mejillas y noto que se humedece; es verdad, pero no es por el dolor de la herida.- ¿Quieres un pañuelo?
-Esto es demasiado.-no hago caso a su oferta, las lágrimas siguen precipitándose de mis ojos sin cesar.- No puedo afrontar todo esto: el niño, Hiedra Roja, la opción de luchar y el peligro que supone para las personas que hay a mí alrededor.
En ese momento llega Scott jadeando, seguro que ha tenido que volver andando desde una larga distancia. Se queda mirando la escena y noto cómo sus hombros se tensan.
-¡Scott, menos mal que has venido!-exclama Claus, exasperado- Tú eres el más sentimental así que ayuda a Karen.-le da una palmada a su hermano en el hombro, cómo si le pasara un relevo, y Scott se acerca a mí.
Me seco las lágrimas con un pañuelo que me entrega y de repente me siento muy avergonzada por la situación.
-Sé que es difícil pero no vas a estar sola, no vas a afrontar esto únicamente tú, estaremos para ayudarte…siempre.-sonríe.
Me quedo sin palabras, y antes de poder responder vuelve al lado de su hermano.
-Gracias-agradezco.- ¿Marina está bien?, ¿no corre peligro estando en casa?
-Sí, está bien. Se puso a preguntar por ti y le informé de tu estado. Respecto a tu otra pregunta te puedo decir que ella está a salvo, Hiedra Roja no tiene suficientes datos sobre ella, de hecho, seguro que supieron de ella ayer u hoy mismo. No es bastante tiempo cómo para averiguar dónde vive.-me mira.-tus amigos tienen la misma o más suerte que Marina. Están todos a salvo. Todos…excepto tú.
-Entonces no puedo volver a casa.-deduzco.
-Por ahora no. Puedes quedarte aquí o en otro lugar que te resulte más cómodo. Tú eliges.
-Prefiero quedarme aquí-admito. Entonces me percato de algo y busco el móvil en mi bolsillo, marco el número y espero, atemorizada, a que responda. Afortunadamente, lo hace.-Jack, no te acerques a mí casa, Hiedra Roja tiene los ojos puestos en ella.-Jack comienza a alterarse preguntando sin parar y yo decido contárselo todo.
-Voy enseguida para allá-dice desde el otro lado del teléfono.
-No…espera.-intento impedírselo pero él ya ha colgado.
Transcurren más de cuarenta minutos, empiezo a preocuparme pero no dura mucho esa inquietud porque el timbre suena por todo la casa anunciando su llegada. Acudo para abrirle y lo primero que hace al verme es besarme, noto su agitación y su pulso palpitando con fuerza. Me suelta.
-Que bonito.-dicen los gemelos a la vez con ironía.
-Jack, ¿qué te pasa?-pregunto porque está blanco como la nieve.
-Caroline…Scarlett…he visto a los de Hiedra Roja pasar por sus casas, mientras venía hacia aquí... Karen, están en peligro.
-¿Qué? Pero…si…es imposible. ¿Te han visto a ti también?-niega con la cabeza.-Tenemos que ir a ayudarlas.-los gemelos asienten- Jack y yo iremos a por Scarlett, vosotros a por Caroline.
-Espera, Jack no tiene habilidad ¿verdad?-niego con la cabeza, Claus se pone tenso.-Y tú necesitas mejorar en la congelación, ¿no vais a ser un blanco fácil?
-Puede, pero al menos unos segundos podré retenerlos.-no parecen muy convencidos pero finalmente aceptan a regañadientes.
Les digo la dirección de Scarlett a los gemelos para que nos transporten en un tornado para llegar más rápido, cuando nos deja a pocos metros de la casa de Scarlett les entrego un papel con la dirección de Caroline.
Jack y yo nos acercamos con cautela, pero no visualizamos a nadie de Hiedra Roja. Cuando estamos en la puerta de la peluquería, esta se abre y tres hombres “rojizos” salen de su interior apresurándose a agarrarnos por las manos con una fuerza increíble.
Scarlett sale después, su ropa también es blanca y el tatuaje es plenamente visible; pero es distinto a los demás, le cubre todo el brazo: desde la muñeca hasta el hombro.
-No, Scarlett dime que no es cierto.-susurro y el “rojizo” me agarra con más fuerza suprimiendo mi oportunidad de atacar.
-Hazlo ya, Bloody-Eyes. Te dije que el niño rubio que estaba espiando era amigo de Karen y que seguro que la traería para poder rescatarte juntos y parece que no me equivoqué.-el hombre que sujeta a Jack suelta una carcajada.- Sí, muchachito advertimos tú presencia y nos has traído a tu novia para matarla. Tienes que estar muy orgulloso.-A Jack se le crispa el rostro al darse cuenta del engaño en el que ha caído sin advertirlo, e intenta forcejear pero es inútil.
<<Bloody-Eyes>>-esas palabras tamborilean en mi mente.
-Acabemos con esto.-una sonrisa gélida cruza el rostro de Scarlett. Se aproxima lentamente hacia a mí, Jack se agita y empieza gritar mi nombre. Scarlett hace caso omiso y se detiene a unos pocos centímetros de mí.-Y pensar que pudiste haberlo evitado.-no respondo-Pudiste haberme dejado morir aquel día en la nieve…
Entonces sus palabras aparecen parpadeantes en un recuerdo brillante:
“Nadie me necesita. Ni siquiera ellos. Será mejor morir y así…”- esas fueron sus palabras, que después confirmó como algo que ella no recordaba. El día que le ofrecí una oportunidad. El día que arriesgué mi vida por ella, el día de la nieve…
Antes de que pueda replicar, me coge el rostro y lo alza obligándome así a mirarla. Sus ojos me hipnotizan impidiendo apartar la mirada de ellos, entonces empiezan a cubrirse de sangre…
“Cuenta que lo último que visualizaban los asesinados eran unos ojos rojos que manaban sangre de color carmesí.” Eso es lo que decía la leyenda que me contó la misma Scarlett, la misma Bloody-Eyes…
-¡¡NO!!-escucho a Jack gimiendo, aún aferrado a el hombre que lo tiene inerte.