domingo, 29 de mayo de 2011

Capitulo 15: Mariposa y Huracán (Parte 2)

Estaba detrás de la puerta de la habitación de Elliot, las piernas me temblaron al ver a mi hermano canalizar su furia contra los muebles que componían su habitación. Se limpió ligeramente las lágrimas que corrían por su rostro, se detuvo un instante y se dirigió hacia dónde yo me encontraba, abriendo bruscamente la puerta, aferró mi brazo y me empujó dentro de la estancia. Me miró y se desplomó sobre su cama.
-Son extraños.-soltó Elliot.- No me fio de ellos, ¿has visto sus tatuajes iguales?- Asentí.- Parecen de una secta. Ojalá pudiéramos escuchar lo que dicen.
Me miró durante un instante, pensativo y me pareció ver un brillo en sus ojos expectante. Se levantó apresuradamente y me aferró por los hombros.
-Mira…vamos a jugar a un juego ¿vale?- propuso con interés.- Eres una detective y tienes que coger toda la información que puedas sobre lo que están hablando esos hombres con papá y mamá. Luego sólo tienes que traérsela al inspector que…seré yo. También- se marchó y volvió con Cheshire y me lo colocó sobre los brazos. Buscó en su escritorio y cuando hubo encontrado lo que buscaba se lo situó en el cuello del gato: Un cascabel.-Cheshire será tu ayudante y con el cascabel me informará porque tiene un sonido que es traducido por mi gorra, y colocada en mi cabeza será más rápido que me llegue la información y además…
-No quiero jugar a eso, Elliot.-Interrumpí su extravagante imaginación. Mi hermano soltó bruscamente el aire de sus pulmones.-No me gusta ese juego.
-¿Entonces a qué quieres jugar?
-Es la primera vez que me lo preguntan.-pude advertir que los hombros tensados de Elliot se relajaban. Sentía lástima por mí, se acercó cautelosamente y me hundí en uno de sus abrazos.- Me gustaría jugar a que somos una familia normal, que soy normal.
-Lo que quieras, Karen.-susurró.
-¿Crees que papá dejará que esos hombre me lleven con ellos?
-No lo sé, pero yo no lo voy a permitir.-me soltó suavemente.- Eso no lo dudes.
-¡Karen! Por favor ¿podrías venir?-gritó papá desde la entrada. Me temía peor, no quería ir con esos hombres. Anhelaba quedarme en casa con mi familia, pero mi opinión nunca importaba.-Elliot tú también, venid los dos.
Al principio no quisimos acudir a esa llamada, ¿me marchaba con esos hombres y querían que Elliot lo visualizara? Pero después bajamos por la escalera de caracol hasta que llegamos a dónde se encontraban nuestros padres con una gran sonrisa.
-¿Dónde están?-espetó Elliot, miró a su alrededor para buscar rastro de nuestros “visitantes”
-¿No te lo imaginas? Le hemos pedido que se marcharan.-papá sonrió aún más.- Elliot, después de hacer esas preguntas Robert y Albert no conseguían realizar una frase explicativa de lo que le iban a hacer a Karen.-me miró.-Desde el primer momento en que entraron por esa puerta, yo ya tenía decidido que Karen no se movería de aquí.

Esa noche dio comienzo a una terrible pesadilla, al año volvieron con las respuestas que anteriormente no pudieron contestar. Yo permanecía inerte junto a mi madre, mientras Elliot y papá discutían con Robert, Albert y una mujer que se les sumó llamada Lucy. Llegaron a convencer a mi padre, estuve a punto de subir a su coche, pero Elliot nunca se rindió y pudo reaccionar a tiempo con otra de sus preguntas:” ¿Por qué sus zapatos tienen la suela manchada de sangre? A pesar de que ha intentado ocultarlo, se pueden advertir con facilidad cada vez que comienza a andar.”
Salieron huyendo y me empujaron bruscamente como distracción. Pensamos llamar a la policía, pero… ¿qué le íbamos a decir?, ¿Que unos hombres vestidos con elegancia  intentaron secuestrar a una niña porque tiene una habilidad y pretendían extraérsela? Menuda actuación de familia loca por nuestra parte. Esperamos un año alerta por si volvían, pero no lo hicieron.

Cinco años después.
Ya controlaba mis habilidades, al menos ya comprendía que se activaban por mis ataques de sentimientos intensos. Tres años antes papá me permitió acercarme a mis compañeros, pero eso no fue fácil: Al intentar aproximarme a una chica, esta se apartó. Debería habérmelo imaginado, tanto tiempo oculta en las sombras sin hablar con nadie…no me extraña nada que en ese momento ya era tarde para recuperar lo perdido. Me mantuve al margen, escondida entre los árboles observando los grupos de niñas de doce años que jugaban, anhelaba unirme a ellas.
Un día, en el descanso, entré en el baño y escuché una conversación de dos de mis compañeras:
-¿Te has fijado en la chica esa que se oculta tras los naranjos? Desde que era pequeña siempre se ha quedado en ese lugar. Mi padre me contó que su familia declaró que la niña tenía cambios de humor y que podía hacer daño a los otros niños. Que gran mentira, ¿has visto alguna vez que su humor cambiase? Yo, desde luego, no.
-Cierto.-afirmó la otra chica que se encontraba a su lado.
-Es rara. No me pienso acercar a ella-se alisó el pelo con la mano.- ¿Has visto esa libreta de dibujos que lleva siempre? Es ridículo.-La conversación se cerró con unas carcajadas por parte de ambas
Desde ese momento dejé de intentar relacionarme con esos idiotas. No sabían nada y era frustrante no poder explicárselo. Nada había cambiado.
Una noche me adentré en la habitación de Elliot, que estaba visualizando a través de la ventana (normalmente sólo hacía eso, se pasaba todo el día en la misma posición). Ya me preocupaba porque antes hablábamos de nuestros días en esta pesadilla de vida, pero ahora no me prestaba la más mínima atención.
-Elliot, ¿podías dejar ese hobby tuyo de la ventana? Es odioso.-conseguí decir.
-No es hobby, creo que ya lo sabes.-replicó sin moverse del alféizar.
-Antes hablábamos, sólo te tengo a ti y me gustaría pasar más tiempo contigo, hermano.-no contestó.-Tienes diecisiete años, ¿por qué no te buscas a unos amigos o una novia? No quiero verte aquí encerrado, puede que yo no pueda tener amistad pero tú si. Además ¿qué buscas detrás de ese cristal? Eres una persona muy extraña, Elliot y quiero que al menos tú…
-¡Para!-gritó, sobresaltándome.-Tendría una vida normal si tú no fueras un monstruo, miro por la ventana porque divisé hace un mes a esos hombres “elegantes” que te perseguían. ¿Crees que me gusta esta vida? Sería mejor que nunca hubiera nacido una extravagancia como tú.-Pareció darse cuenta de lo que acaba de decir e intentó arreglarlo, pero ya era tarde yo ya había corrido a un lugar lejos de allí.
Antes de que me interrumpiera quise decir: “Quiero que al menos tú seas feliz”. Corrí muy lejos hasta que llegué a un lago, para cuando hube llegado la luna se cernía sobre el agua negra. Me acomodé en el césped mientras mi mirada se fijaba en el suelo. No pude llorar, no era tristeza lo que sentía sino decepción. Estuve mirando el horizonte, cubierto de oscuridad, durante una hora. Entonces advertí que Elliot se acercaba corriendo, al llegar hasta dónde me encontraba se inclinó, poniendo las manos sobre las rodillas, para coger aire. Cuando recuperó el aliento se colocó a mi lado sin decir nada.
-¿Cómo me has encontrado?-pregunté.
-Sólo pensé a dónde iría yo.
-Eso es estúpido, cuando una persona huye ante tus ojos y deseas encontrarla a toda costa, el estrés y la angustia se acumulan en tu cuerpo y mente, impidiendo así que pienses con claridad, ¿Cómo te vas a poner a pensar a dónde irías tú en esa situación?-manifesté.
-Es de esas veces que tus piernas caminan solas y te manejan hasta llegar al destino dictado. Y para quedar más poético, dices lo que he dicho yo al encontrarte. Seguro que tú también lo utilizarás.-se dibuja una sonrisa torcida en sus labios.
Se escucha el ruido de los árboles al ser sacudidos por una ráfaga de aire frío.
-¿Por qué soy así, Elliot?, ¿por qué soy un monstruo? Sé que, como tú dices, no debería haber nacido, de hecho tendría que haber sido otra niña la que compartiera tu felicidad y no yo, que lo único que hago es estorbar.-se me secó la garganta y cada palabra era una aguja que se clavaba en ella.- Si yo no existiera, ¿desde dónde miraría a la persona que ocuparía mi lugar?
-Tienes unas preguntas bastante extrañas para tener doce años.-varios minutos transcurrieron.-Siento mucho lo de antes, Karen. Te quiero tal y como eres, no te cambiaría por nada, pero la presión pudo conmigo. Yo también estoy cansado de esta mierda de vida que nos ha tocado. Pero…también es divertida ¿no?- rió –Somos especiales y también hemos tenido momentos felices ¿verdad?
-Sí.-Afirmé, recordando una noche en la que papá tropezó con unos de los juguetes que había congelado y en vez de reprocharme, murmuró: “menuda caída”, todos reímos.- ¿Crees que esos hombres que me persiguen conseguirán su propósito?, Los viste ¿no es así?
-En la esquina de nuestra calle.-alzó el rostro hacia las estrellas que surcaban la noche.-Eres como una mariposa que huye de un huracán, por mucho que luches por escapar…el huracán acabará por tragarte.
-Entonces quieres decir, ¿qué no tengo posibilidades de escapar de ellos?-musité.
-Tranquila, yo seré el escudo que cubrirá a la mariposa. Te protegeré, lo prometo.
Volvimos a casa juntos, cogidos de la mano. Al día siguiente Elliot cumplió su promesa de protegerme, aunque él y toda mi familia murieron en el intento.

Despierto empapada en sudor, estoy tendida en la cama. Recuerdo haber subido para dormir pero no que me encontraba tan mal. La cabeza me da vueltas y estoy inerte, me incorporo un poco pero un dolor intenso en el costado me hace volver a mi postura inicial. Gimo y coloco mi mano sobre el lugar dolorido, la atraigo hasta mi punto de visualización y advierto el color escarlata que posee la palma: sangre.
Me he desangrado durante más de una hora porque toda la cama está del mismo color ¿Quién me ha hecho este corte? Intento coger aire pero no puedo. Cierro los ojos y las palabras de Elliot, de hace cuatro años, surcan mi mente.
“Eres como una mariposa que huye de un huracán, por mucho que luches por escapar…el huracán acabará por tragarte”
¿Hiedra roja?

domingo, 22 de mayo de 2011

Capitulo 14: Mariposa y Huracán (Parte 1)

Las finas gotas de lluvia recorren mi rostro hasta desembocar en los cuellos de la camisa blanca del uniforme. Estoy sentada en el césped, al lado de Jack que está tumbado, después de haber llorado había tomado esa postura. Por el rabillo del ojo veo como se incorpora y se coloca delante de mí, agita el rostro para indicar que es hora de marcharse. Lo sigo y el camino a casa es silencioso hasta que Jack decide hablar:
-Perdona. Has tenido que quedarte conmigo a pesar de la lluvia.
-No importa, me gusta la lluvia. Además no quería dejarte solo.-admito con una sonrisa.
-Soy un imbécil.-declara, dirijo la mirada hacia él.- He dejado a Annie sola, he huido para mi propio bienestar, y…mi comportamiento contigo ha sido muy injusto por mi parte.
-Jack, te he dicho que no pasa nada.-miro mis zapatos que están totalmente empapados.- Es normal que a veces queramos huir de la realidad. Cuando sucede algo que es totalmente “imposible” en nuestra cabeza, corremos al lugar más lejos que conocemos para que cuando volvamos a casa todo esté tranquilo y parezca que lo que temíamos era sólo una terrible pesadilla.
-Supongo, que tienes razón.- Después de unos minutos llegamos a casa de Jack, encontramos a Annie en el umbral de la puerta hecha un ovillo.- Annie ¿Qué haces aquí?- La niña de pelos rizados levanta la cabeza dejando ver las lágrimas que se deslizan por sus mejillas.
-Jack…no quiero que te sientas solo. Me tienes a mí a papá.- Se limpia la cara con la manga del pijama de flores que ya conocía.-Pensé que te habías ido y que no volverías.
Jack se acerca a su hermana y la abraza, le susurra algo y la niña parece tranquilizarse. Su padre también se reúne con ellos al escuchar que Jack había vuelto. Mi ro la escena con cierta nostalgia, yo no hago nada aquí. Me despido de la familia, que está sonriente pero tota por dentro. Al alejarme un poco escucho al señor Walker decir:
-No estáis solos, me tenéis a mí. Entremos que hace frío.             
Bajo el rostro y los pocos metros que hay hasta mi casa se me hacen eternos. Abro la puerta y me introduzco en el interior de mi oscura y solitaria entrada, habitada solo por mis posesiones.
“No estáis solos, me tenéis a mí”, “No importa, no quiero imaginar lo que debe ser para ti perder a toda la familia, Karen.”
Esas palabras empiezan a originarse en mi mente, hoy he escuchado como Matt y Jack decían que habían perdido a un ser querido pero…que sin embargo tenían al resto de su familia para apoyarlos. Es tan triste que yo no tenga a nadie. Escondo el rostro en mis brazos, aparece ese sentimiento que tanto he ocultado en mi interior: Me siento sola. Sollozo, no quiero recordar… encarcelé mis recuerdos hace tiempo y ahora han revivido de unas cenizas que creí haber deshecho.  En mi cabeza surgen esas imágenes que representan mi pasado.


La primera vez que pasó yo tenía cinco años, recuerdo que congelé un sillón del salón central. Mis padres se quedaran perplejos mientras que Elliot se ponía pálido. Moví mi cabeza a ambos lados buscando algo mejor que esas caras de horror por parte de mi familia. Esa semana entraba por primera vez al colegio, este hecho fue a causa de una enfermada que presentaba mi padre, estuvimos viajando de una ciudad a otra, de hospital en hospital y lo único que recuerdo es que los médicos decían: “Debe ser trasladado a…” Por eso mi madre no me llevó a ninguno. Elliot en cambio si asistía al colegio pero no duraba demasiado para él ya que cuando se adaptaba al nivel de la clase y a los profesores volvíamos a marcharnos a otro lugar. Cuando mi padre se recuperó nos establecimos en Barcelona.
Al ver que lo de mi habilidad era constante y aún peor, incontrolable la noche antes de mi primer día mis padres se reunieron conmigo en el comedor.
-Karen, sabes que tienes una habilidad que los demás niños no poseen ¿verdad?-manifestó mi madre, yo asentí.-No la puedes controlar y eso es a lo que más tememos, puedes hacerle daño a tus nuevos compañeros, por eso- mis padres cruzaron una mirada- No queremos que te acerques a ellos, por tu seguridad y por la de toda la familia.
Yo asentía, sabía que lo que me pasaba era una maldición y que podía ser muy peligrosa. Esa noche no dormí y no por los nervios de empezar a convivir por las mañanas con otros niños de mi edad, si no porque escuchaba a mi madre llorar en la otra habitación susurrando que cómo podía haber sucedido esto.
Llegue al patio del colegio, estaba todo infestado de niños. Mi padre me acompañó hasta mi respectiva clase, la puerta era blanca con una franja de color rojo y plasmado en ella había un caracol. Aferré con más fuerza la mano de mi padre, pero él me soltó suavemente y musitó:
-Recuerda lo que hablamos ayer, ¿vale?-en su rostro se dibujó una sonrisa torcida, luego se inclinó y me besó en la mejilla. -Pórtate bien- se despidió.

Entré, y la profesora me mostró dónde me tenía que sentar. Muchos niños se acercaron y mostrando sus dientes de leche torcidos me dedicaron una gran sonrisa, pero yo permanecía ausente, con una expresión imperturbable. Al ver que no mostraba ninguna simpatía…los niños se fueron alejando. Por dentro me moría de ganas de saludarles, pero eso era algo que no podía permitírmelo. En el recreo busqué un espacio apartado, entre los árboles había un espacio en la penumbra camuflado por las hojas de los naranjos. Allí empecé mis galletas de chocolate y busqué en mi mente una historia, en la que yo era normal y tenía amigos. En todo el día no congelé nada, bueno quizá un pájaro que permanecía junto al árbol en el que me escondía.

Mi padre me recogió del recinto al terminar la clase. Fuimos en su coche rojo escarlata.

-¿Qué tal?-preguntó, no se refería a cómo me había ido el día o si había hecho muchos “amiguitos” como preguntaría otro padre a su hijo normal. Se refería si había congelado a alguien.

-Bien, no ha pasado nada.-resoplé.

Él soltó una bocanada de aire. Permanecimos en silencio hasta llegar a casa, cuando entramos en el recibidor, mamá me miró a mí y luego a papá, al ver que este sonreía ella suspiró aliviada. Después me otorgó una pequeña caja, miré en su interior y unos ojos azules me sorprendieron. Acaricié su pelaje gris oscuro, me pareció un gato especial.

-¿Es para mí?-logré decir.

-Por supuesto, solo elige un nombre. -expresó mi madre acariciándome el cabello.

-Cómo en Alicia en el país de las maravillas el gato se va a llamar “Chesire”-mi pronunciación no fue la correcta, pero entendieron cómo quería que se llamase. Para que no fuera tan difícil para mí pronunciar su nombre, al principio, abreviamos el nombre a “Ches”.

En ese momento no me percaté pero Ches me fue entregado para que tuviera algún amigo, ya que con los otros niños no podía comunicarme.

Durante los primeros meses me comporté igual en el recinto escolar, apartándome de todos a mí alrededor y refugiándome en ese pequeño escondite de los árboles. Hasta que los profesores notaron mi comportamiento y llamaron a mi familia para saber que es lo que ocurría.

-Señor y señora Pearce, me preocupa su hija.-admitió la directora del centro.- Todo el grupo de profesorado ha notado que Karen no mantiene ninguna conversación o acto social. En el recreo se aleja hasta los árboles y no se acerca para jugar con otros niños. Sólo tiene cinco años y este comportamiento no es digno de su edad. ¿Pasa algo que quieran contarnos?

Elliot jugaba conmigo en un rincón, mientras la directora exponía mi caso.

-Directora, nuestra hija tiene cambios de humor muy bruscos- mintió papá- Si se encuentra cerca de alguien puede hacerle daño y por eso le hemos dicho que procure no establecer ninguna amistad.

-Entiendo, gracias por hacérnoslo saber señor Pearce. Pueden irse.-concluyó.

Un año transcurrió y mi vida no había cambiado nada: Mi habilidad no se separó de mí, se hizo más intensa, no había hecho ningún amigo y aún no sabía pronunciar bien “Cheshire”. Una cosa mejoró, mis padres asumieron mi “defecto” y Elliot me prestaba más atención.

Un día de verano, alguien llamó a la puerta, al abrir nos encontramos con dos hombres que se presentaron como Robert y Albert. Me acuerdo de sus trajes blancos y su extravagante tatuaje en la muñeca, una hiedra roja.

-Queremos extraer la habilidad de su hija.- dijeron al unísono.- Podrá vivir mejor, ella y vosotros.

-¿Cómo?, ¿Qué está diciendo?-preguntó frustrado Elliot, papá lo hizo callar.

-Exacto, podemos quitarle ese poder, déjenos explicarle el proceso y después aceptaremos vuestra respuesta.- Robert sonrió.

-Pase, nos gustaría oír lo que tienen que decir- Papá les acompañó hasta el salón, los hombres se acomodaron el sillón gris.-Bien, pueden proseguir.

-Gracias. Nosotros podemos quitarle esos poderes que posee. Algunos niños son como ella, no con esa misma habilidad, pero que también poseen ciertas características que los diferencia de los demás humanos. ¿Cómo puede ser posible que mi hijo tenga “eso”? es la pregunta más común, pero lamentablemente no podemos responder a esa pregunta, ni siquiera nosotros lo sabemos- Rió.- Pero si que podemos…

-¿Cómo sabían que Karen tenía una habilidad?, ¿cómo nos habéis encontrado?- Elliot hizo notar su desconfianza.

-La directora nos informó, ella nos ayuda a encontrar a los niños que no son “normales” para ayudarlos.-espetó Robert.

-Ya, pero es que a la directora le contamos una mentira, ¿Cómo sabía ella sobre esto?

-Elliot, cállate-advirtió papá.

-¿Y que hacéis con el poder que se extrae?

-Elliot, ¡cállate!-el tono de papá subió mucho.

-¿Y cómo lo extraen?, la tecnología no es tan avanzada…-prosiguió Elliot.

-¡Elliot a tu cuarto!

Vi como mi hermano salía de la habitación con lágrimas en los ojos. Papá había sido muy injusto, ya que las preguntas de un niño de once años eran más coherentes que las respuestas de dos hombres vestidos con elegancia y con tatuajes de hiedras rojas. Seguí a Elliot.

 

Un pequeño regalo para vosotros

Bien, pues para agradecer que tengo 56 seguidores, os he hecho un video de lo que sería "mas o menos" mi historia. Me ha costado mucho, pero ha valido la pena.


Voy aclarando: Al principio "intento" presentar a los personajes: (por orden) Jack, Caroline, Scarlett, Matt y la que sale a la derecha (obviamente es Karen)
Por ahí también sale Karen de pequeña junto a Elliot.
No hay ningún adelanto, este video es una "recopilación" de lo que ha pasado.

El capítulo lo intentaré subir hoy, entre las 7 o las 8.

Si quereís ver el video mejor lo podeís encontrar en youtube:  http://www.youtube.com/watch?v=uhjVe5ZoqcQ&feature=channel_video_title

Besos, Elenna

sábado, 7 de mayo de 2011

Capitulo 13: Si quisieras confiar en mí...

Mi primer impulso es salir corriendo, el segundo en cambio es quedarme, quiero saber el por qué de sus actos, los motivos que tanto he esperado, su continua negación de mis sospechas sobre él…
Decido seguir mi segundo impulso. Quiero respuestas y la única formar de adquirirlas es quedarte en frente de un asesino con una sonrisa satisfactoria plasmada en el rostro.
-Creí que ibas a dejarme solo, por eso de que soy un asesino.-empieza a decir Matt, se frota el pelo sacudiendo la cabeza levemente. 
-Me he quedado por una sola razón, quiero respuestas-espeto frunciendo el ceño.
Parece vacilar, después de unos minutos en silencio declara su decisión:
-¿Por qué no vamos a otro lugar? Es mejor contar las cosas en un sitio menos amplio.
-No sé, ¿vas a sacar un cuchillo por el camino para clavármelo en el corazón, o mejor, por la espalda?- hago notar mi sarcasmo, aunque en cierto modo no suprimo la posibilidad de que pueda hacerme daño para sacarme de juego, yo no me arriesgaría a tener testigos.
-Está bien, no iremos a ninguna otra parte.- pasa la lengua por los dientes esperando que alguno de los dos empiece a aclarar lo que está pasando.
Una ráfaga de viento enreda mi cabello y mece suavemente los de Matt, se escucha el ruido del  movimiento de papeles al rozar el asfalto, la mayoría de ellos son periódicos viejos y paquetes de Risketos que todavía tienen largos trozos naranjas con muchos colorantes y edulcorantes.
-¿Por qué me has negado tantas veces que no eras un asesino y has esperado hasta hoy para contármelo?- pregunto al fin.
-Bueno, simplemente hoy me pareció un buen día.- introduce las manos en los bolsillos, después de unos diez segundos, cuando creí que no diría nada más, prosiguió- Hoy, especialmente, me he fijado más en ti.
-¿Perdona?-replico, cruzo los brazos porque ha empezado a hacer más frío que antes.
-Es verdad.-arquea las cejas con una sonrisa-Mira, Karen. Sólo te lo cuento porque en cierto modo… tú no eres cómo los demás, por eso.
-Eso no me vale como escusa, Matt.
-No lo es, me percaté esta mañana en el instituto…Sé que tienes una habilidad poco común… ¿me equivoco?-se abrocha la sudadera gris, que lleva puesta, hasta arriba.
-Sí, no sé de lo que hablas.- intento que las palabras no se quiebren al hablar ¿cómo conocía Matt mi habilidad?
-Discrepo. Hoy al entrar en tu clase, noté que estabas nerviosa además recogí unos papeles que estaban ligeramente congelados.-se me hace un nudo en la garganta.-busqué respuesta en el aula y sólo te visualicé a ti, apartando la mirada.-intento protestar pero Matt se da la vuelta y busca en la mochila que lleva sobre los hombros, cuando parece encontrar lo que busca lo extrae y lo agita en sus manos, es un papel blanco con letras negras escritas a ordenador, presenta láminas de hielo que gotean simultáneamente.- ¿Y ahora?, ¿vas a seguir negándolo? Me metí en un lio por tu culpa.
-¿Sólo te basas en esos hechos?, lo que dices es ilógico.-intento quitarle la idea de la cabeza.
-No, cuando te salvé la vida puede advertir, mientras te curaba, que la temperatura de tu piel y la de la sangre que manaba… estaban por debajo de los 36 grados normales, muy por debajo.-se para unos minutos.- ¿Ilógico dices? Todo lo que existe en este mundo, lo es. De todos modos, sé tu secreto no intentes contradecirlo.
Estoy tan perpleja que apenas puedo gesticular nada. Lo sabe, necesitaba algo para amenazarme, sería como “Si dices lo mío, digo yo lo tuyo”. No me atrevo a seguir con esta conversación, tengo miedo de cómo podría terminar.
-Y ahora que sabes lo de mi habilidad, ¿Qué vas a hacer? ¿Divulgarlo? o ¿sólo esperas que yo permanezca callada mientras tú haces lo mismo?-cada palabra se clava como una aguja en mi garganta.
-No, no voy a hacer nada.-vuelve a introducir el papel en la mochila y me mira directamente.-Karen, yo…
-No, olvídalo. No quiero oír que tu padre es dueño de una mafia y que eres su sucesor, que amenazaste a esa chica que ha salido del aula llorando y que al verte se ha puesto a gritar. No quiero escuchar que esos chicos que me atacaron, son tus compañeros y que han desobedecido tus órdenes de “no hacer daño a la chica a la que le voy a contar que soy un asesino, tenéis que matarla después.”- me tiemblan todas las extremidades.
-Karen, no tengo ninguna relación con esos chicos, tampoco conocía a tu compañera de clase y evidentemente mi padre no pertenece a la mafia. Yo también tengo una habilidad al igual que tú.
Abro tanto los ojos que al sentir el aire que me da directamente, siento como producen lágrimas.
-¿Qué?-consigo decir ante mi perplejidad.
-Exacto. En clase me comenzó a doler la cabeza y eso provocó que esa chica fuera afectada, al verme, el contacto fue directo así que lo que sentía se intensificó, nunca tuve intención de hacerle daño. Con los chicos que te atacaron, bueno tengo que decir que esta ocasión si que quería usar mi habilidad contra ellos.-hace una mueca.
-¿Qué habilidad puedes tener para provocar esos gritos y sollozos?
-Puedo…anular todo el cerebro, dejando solo los miedos. Estos toman forma en su cabeza e incluso en sus ojos. Los miedos más macabras y sangrientos, los que han vivido, o los que pueden llegar a vivir. Esa es mi habilidad, provoco sus temores.
-Entonces esa niña, la que mataste ¿quién era, qué razones tenías?-inquiero asombrada.
-Pertenecía a Hiedra Roja.-un trueno hace aparición con un estruendo, se me hace un nudo en el estómago- Yo también me negué a que “me quitasen este poder”.
-Pero…esa niña…no tenía la hiedra roja dibujada en el brazo-No puedo creer que esa niña perteneciera a ese extraño grupo.
-Sí, si la tenía pero al morir esa marca se desvanece como si nunca hubiera estado en su brazo.- dice- Me perseguía, su habilidad consistía en borrar toda la mente dejando a la victima un vació inmenso, para poder llevárselo con ellos. Si me detenía estaba perdido, por lo que yo ataqué primero, creo que sostenía un cuchillo que se clavó en la cabeza al no poder controlar los miedos que reinaban en ella-espera que diga algo, pero no lo hago por lo que decide proseguir- Siento haberme ocultado en tu casa.
-Ahora que sé los motivos no tienes por qué disculparte.-asimilo todo la información- Espera… ¿esa chica también tenía habilidades?
-Sí, los que tienen una habilidad que pueda ser utilizada para recoger más personas como nosotros son utilizadas para eso. Cuando ya no les sirva serán desechados como todos aunque, claro está, ellos desconocen esas intenciones, creen que tendrán una vida segura.
-¿Desechados?, ¿morirán?-Matt asiente, han empezado a caer unas pequeñas gotas de lluvia, se va a desatar una tormenta.-Me acuerdo de cuando llegaron a mi casa diciendo que me quitarían la habilidad para poder llevar una vida normal.
-Sólo quieren el poder, pero cuando éste se extrae de la persona, muere.-le tiembla un poco la voz al decir la última palabra.
-¿Para qué quieren las habilidades?-pregunto angustiada.
-Quieren crear al ser perfecto. Al menos eso es lo que yo creo- ríe.- ¿Te acuerdas de lo que te dije el día que decidiste acabar con tu vida? ¿Lo de una persona importante que había tomado tu misma decisión? Hablaba de mi hermano.- bajo la mirada, sé como es la sensación de perder a alguien- Él también tenía una habilidad, la suya era importante por lo que querían arrebatársela sin importar hasta donde podían llegar…
>>Podía devolver la vida a aquellas personas que merecían otra oportunidad. Huíamos a menudo de ellos, hasta que mi hermano tomó una decisión. Un día al llegar de la escuela, yo tenía diez años y él quince, fui a su cuarto y me lo encontré desangrado-traga saliva- Me quedé paralizado… mis padres llegaron después del trabajo y me abrazaron. La presión había podido con él.
-Lo siento-logro decir.
-No importa, no quiero imaginar lo que debe ser para ti perder a toda la familia, Karen.-lo miro- Me lo he imaginado, teniendo en cuenta que tus padres no están contigo en Madrid. El resto de mi familia se mudó a otro lugar, no quería que corrieran ningún riesgo.
Las gotas de lluvia empiezan a caen con más fuerza y los relámpagos suenan cada vez más cerca, Matt se deshace de su chaqueta y me la entrega. Me la coloco encima de la cabeza y él se sitúa a mi lado. Corremos hasta mi casa pero al llegar a la puerta dirijo mi mirada hacia el otro lado de la calle.
-Ve- dice Matt.
-¿Qué?
-A casa de Jack, quieres contarle lo que ha pasado y por otra parte saber lo que le sucedía hoy, ¿no?-arquea las cejas-Vamos, te acompaño.
Y así hace, aunque primero cogemos un paraguas de mi casa. Llegamos en unos minutos, toco el timbre mientras Matt espera fuera. La puerta se abre, una Annie que no conozco se presenta ante mí, la hermana de Jack que conocí en Navidad no se parece a la que está delante de mí. Tiene los ojos rojos y unas finas lágrimas caen por su rostro. El padre se acerca también a la puerta y coge en brazos a Annie, él también presenta el mismo estado.
-¿Qué pasa?-la voz se me quiebra.
-Perdona, Karen. Hoy estamos un poco afectados… mi mujer ha fallecido esta mañana en Londres mientras conducía para ir al trabajo,-el señor Walker suelta una lágrima- ¿Y Jack?, ¿no está contigo?
Salgo a correr sin contestar a su pregunta, oigo como Matt grita mi nombre pero yo ya estoy lejos. La lluvia es muy intensa, se me moja toda la ropa y me estoy quedando helada porque llevo la falda del uniforme aún. No sé muy bien a dónde me dirijo, mis piernas corren solas. Entonces me paro en un viejo parque, he tenido que correr mucho porque el sitio está bastante lejos, decido entrar. A este parque no viene apenas nadie, sólo es un pedazo de césped con una fuente en el centro. Busco el lugar más lejano y debajo de un árbol visualizo a Jack.
Me acerco despacio y me tumbo a su lado, Jack se sorprende pero no se aparta.
-¿Cómo me has encontrado?-en su voz se palpa que está llorando.
-Sólo pensé al lugar al que iría yo -admito.- Siento lo de… tu madre, Jack.-me acurruco a su lado y pongo mi cabeza sobre su pecho.
-Lo que más me fastidia es no haber estado con ella, ni dedicarle unas últimas palabras… Ha muerto en Londres, estando lejos de su familia. Me siento fatal, no…no quiero creer que esto es verdad, que esto esté pasando. Y encima hoy me he comportado como un idiota, de verdad no quería ser así y menos contigo…pero…es que…
Le cojo el rostro y le obligo a mirarme.
-Jack… no pasa nada… ¿vale?- a continuación le doy un abrazo y él acaba por derramar todas las lágrimas.