domingo, 26 de junio de 2011

Capitulo 17: Necesidad de Encontrar

En un último intento por protegerme alzo la mano y congelo algo desconocido. En mi cabeza aparece la posibilidad de que mi habilidad haya afectado a la persona que está delante de mí, pero aún oigo su voz, lo que quiere decir que no he acertado. Espero a sentir la muerte en mi pulso pero parece que se retrasa.
-La próxima vez, congélanos a nosotros y no a una farola.-dice la voz que hace unos minutos me amenazaba. Aparta sus manos de mis hombros lentamente y por fin consigo ver a mi atacante, para mi sorpresa son dos chicos de mi edad, con rasgos idénticos. Me sonríen alegremente como si nada hubiera pasado.- Parece que te has llevado un buen susto.
-¿Perdona?-logro preguntar. Los dos chicos de cabellos negros se miran entre sí. Gemelos, son gemelos.- ¿Podéis explicarme que acaba de pasar?, ¿Por qué me heristeis ayer y hoy me perdonáis la vida? Creía que los de hiedra roja tenían un rencor a las personas que se niegan a entregarle su habilidad.
 Los gemelos se vuelven a mirar vacilantes.
-Mira, el tatuaje desaparece fácilmente- uno de los hermanos se frota la muñeca y el dibujo plasmado se va, dejando restos como los que deja el goma de borrar. Mi indignación aumenta por minutos.- Y no te equivoques, nosotros no te hicimos la herida del costado, sólo te la curamos.
-Espera ¿qué?- Sus ojos azules van de un lado a otro. -¿Qué hacíais en mi casa?
-Estábamos…persiguiendo a alguien. ¿Verdad Claus?
-Verdad, Scott. Es una chica que pertenece a Hiedra Roja y probablemente sea una pieza importante.
-¿Cómo se llama?-pregunto.
-Bueno…su nombre está en clave para no ser reconocida ni su persona ni por su habilidad.- explica Claus meticulosamente.- Está basado en una leyenda del siglo XVI. Bloddy-Eyes.
El nombre pasa por mis oídos, llega a mi cerebro y pasa en forma de escalofrío por todo mi cuerpo.
-Lamentablemente no sabemos de que va esa leyenda.-se detiene un instante- Bueno como decía, la seguimos y visualizamos su entrada a tu casa. Esperamos y cuando, por fin, se ausentó de la estancia, entramos para saber que demonios había hecho y curamos la herida que te provocó.
-¿Y cómo sabéis tanto de ellos si no sois parte de Hiedra Roja?-manifiesto poco convencida.
-Lo fuimos- aclaran al unísono- No contamos nuestra vida así cómo así a desconocidos.
-No soy una desconocida, también tengo una habilidad al igual que vosotros. Eso es lo único que nos une pero…-recuerdo mi infancia alejada de toda persona normal.- ya no estamos solos.
Sonríen. Parece coordinar sus miradas y sonrisas. Aunque pierden la expresión de felicidad en seguida.
-Nuestros padres nos abandonaron.- comienza Scott.-Al parecer no podían criar a dos niños gemelos, además creo que siempre tuvieron la esperanza de que su hijo fuera niña. La directora del orfanato nos encontró y nos dejó alojarnos allí. Adquirimos una personalidad alejada y pesimista.
<< ¿Cómo se deberían tomar dos niños que sus padres no los aceptaban? Nuestra habilidad se desarrolló tarde, cuando teníamos doce años creamos nuestro primer tornado que nos transportó al césped del orfanato.
Eso me explica su repentina aparición.
-Un año después Hiedra Roja quiso reclutarnos,-prosigue Claus- aceptamos. En verdad no sabíamos nada de ellos, lo único que queríamos era salir de allí. Cuando nos dimos cuenta de lo que hacían, ya era demasiado tarde.-inclina el rostro hacia el cielo.-Al menos a nosotros nos dejaron trabajar para ellos, pero a otros los engañaban, y sí le suprimían el poder, pero eso implicaba su muerte. A Scott y a mí nos dejaban trabajos sencillos pero lo que hacíamos era ayudar a los niños y engañar a Hiedra Roja. Así permanecimos dos años. Pero no se puede jugar con el peligro…
Decido no seguir y cambiar un poco de tema, sé que es duro contar estas cosas y ya han hecho el esfuerzo.
-¿Cómo os puedo diferenciar?-la pregunta les devuelve esa sonrisa brillante y divertida.- Sois idénticos. A veces no sé quien es el que habla.
-Bueno, no hay muchos rasgos que puedas diferenciar, pero mi hermano Claus tiene una cicatriz en el brazo izquierdo.
Claus le descarga un codazo a Scott.
-No se lo digas. No es buen recuerdo.
-Lo sé, pero es mejor compartirlo con alguien.
Claus desvía la mirada y Scott se dispone a contarlo.
-Cuando Hiedra Roja descubrió lo que hacíamos, nuestra traición, nos sometieron a la fase de “El desvanecimiento de los Poderes para una mejor vida”, procuramos escapar pero fue inútil. Nuestro poder de transporte mediante tornados y la creación de estos se produce al juntar mi mano derecha con la izquierda de Claus. Y por eso le hicieron un corte limpio por todo el brazo, antes de hacerlo no borraron la memoria de todo lo referente al lugar y localización, dejándonos solo con la historia que permite el miedo en nuestro cuerpo. Al final pudimos escapar de su guarida,  e instalarnos en una casa abandonada.
-¿Para qué quieren las habilidades de otros?-pregunto.
-Para crear al ser perfecto.-Claus que durante la historia de su pasado había permanecido ausente, se aproxima junto a su hermano.
Es lo mismo que me dijo Matt, pero no estaba segura de creérmelo.
-Queremos luchar contra Hiedra Roja.-dice Scott.- Y tú también deberías, después de todo Bloddy-Eyes ya te ha encontrado, lo único que queda es que acaben con tu vida.
Esas son sus últimas palabras antes de irse. Cuando están a varios pasos de mí les grito:
-Por cierto, mi nombre es Karen.
-Lo sabemos.-responden.
¿Qué lo saben?, ¿Es porque mi nombre flotaba entre los de Hiedra Roja? Supongo que sí. Comienzo a caminar hasta a casa, el sol se ha vuelto naranja y se esconde en el horizonte. A mi mente surge las palabras de los gemelos: Luchar. No tengo el suficiente valor para aferrarme a esa idea, aunque, ¿qué otra opción tengo? Es luchar o morir. Suspiro. ¿Por qué mi vida es así de complicada? Paso por trozo de césped y me percato de que Matt está tumbado en la hierba con un cuaderno. Sin decir palabra me acomodo a su lado, él se incorpora y deja el cuaderno que sostenía a un lado.
-¿Qué tal estás? Me he enterado de la herida y de tu visita al hospital.
-Bien, por el camino me encontrado a unos gemelos que también poseen una habilidad.-Necesito contárselo junto con la idea de luchar, Matt me escucha atentamente. Al terminar no aporta nada a la historia. Él tampoco había pensado en luchar, o quizá sí y le extraña que yo no me atreva. Observo el cuaderno con interés.- ¿Qué es eso?
-Poemas. Siempre que quiero escribir vengo aquí.-Admite.
-¿Me dejarías leer uno?-me gustaría saber como escribe el chico irónico y despreocupado.
-Si tú me enseñas alguno de tus dibujos. Espero ver uno en el que esté dibujado yo.-arquea las cejas.
-Te los mostraré, pero tú no estás en ninguno.-sonrío con ironía. Aferra su cuaderno y me lo coloca en las manos.
Desde aquí, el atardecer se puede advertir mucho mejor. El leve viento mece mis cabellos y las hojas de la libreta dónde están escondidos miles de sentimientos. Matt pasa las páginas hasta la última que está escrita. Empiezo a leer:
Necesidad de Encontrar, por Matt.
La oscuridad evade mi vida.
He visto la muerte
Y desde entonces quiero volver a verte.
Parecía que no encontraría escapatoria.
De hecho no existía.
Entonces surgió la necesidad de encontrar una nueva fuerza,
Que me apartara de esta agonía.
Y esa fuerza la tenía ella
Una fuerza que provocaba una sonrisa
En mi rostro sin vida.
¿Cómo expresar esas palabras que tan difíciles son?
¿Cómo decir que ha sido la luz que ilumina mis días, desde tu partida?
Es fácil, no lo digas.
Si lo dices, destruirás las vías
De tu camino de alegría.
Porque puede darse esa posibilidad
Que ella se marche y me deje atrás.
Y entonces no sabré quien soy
No sabré quién soy sin ella.
                                   18-V-2015

-Es precioso.-admito devolviéndole el cuaderno.-Creo que en este poema estás hablando de cuando tu hermano falleció y entonces  una chica te apartó de la soledad que sentías. Y ahora la amas, pero temes no ser correspondido y perderlo todo.
-Sí.-clava sus pupilas en el fuego que se extiende en el horizonte.
-La chica tiene suerte. ¿Puedo preguntar quién es?-lo digo lentamente para que no parezca que insisto demasiado.
-Eres tú, Karen.

sábado, 11 de junio de 2011

Capitulo 16: Advertencia Roja

Todo a mí alrededor se torna extraño, oscuro y a la vez cálido. Estoy rodeada por densa penumbra que apenas me deja ver. Camino pero no avanzo y el tiempo parece ralentizarse, a pesar de estar a oscuras puedo ver mis manos, mis pies y la ropa que llevo puesta con su color habitual, estoy asustada pero ese miedo se ve interrumpido por un dolor punzante en el costado, un dolor insoportable que hace que grite tan fuerte como me permiten mis cuerdas vocales.

Abro los ojos apresuradamente, no ha amanecido ya que ningún rayo de luz entra en la habitación, oigo cada pulsación de mi corazón en las sienes, siento como si me hubieran anestesiado porque me encuentro desorientada y dolorida, entonces consigo acordarme de lo sucedido: despertarme de los recuerdos y ver una herida en mi cuerpo. Miro si aún está, pero me encuentro con la misma herida rodeada por una capa de sangre seca y el corte sanado con hilos al haber sido cosido. Espera ¿me hirieron y después se arrepintieron y lo arreglaron con una aguja y un poco de hilo? No, eso es imposible. Los únicos que anhelan mi muerte son los de Hiedra Roja y dudo mucho que se sintieran afligidos después de cumplir su propósito. Decido incorporarme, aunque ese simple acto haga que me estremezca por el daño sufrido, tanto físico como mental. Ahora ya saben dónde estoy, mi ubicación, todo. Le prometí a Jack que no huiría, pero ¿de verdad pretende que me quede aquí, arriesgándolo a él y todos los que me son importantes?
<<Pero, ¿y si no fueran los de Hiedra Roja y ese corte te lo hiciste tú pero no te acuerdas?>>-responde automáticamente mi subconsciente.
Me permito imaginar que esa opción sea valida, no recuerdo haberme herido con nada aún así no lo sé con certeza. Sujeto mis brazos para protegerme de la inquietud que siento y a mi mente surge la posibilidad de que al salir de casa me encuentre con ellos, esperándome para hacer lo mismo que hizo con mi familia. Aparto esa idea de mi cabeza. No tendré miedo. No voy a tenerles miedo, eso es lo que esperan y no pienso cumplir sus deseos.
Le arrebato la sábana escarlata a la cama y las meto en una bolsa gris que irá directamente al camión de la basura. Me coloco el uniforme y bajo a la cocina para verter leche en un tazón y añadirle los cereales, el desayuno no me complace ya que mi gusto está atrofiado y los cereales me saben a cartón. Antes de que pueda tirar el resto del desayuno, el timbre de la puerta me indica que Jack ya está aquí para acompañarme, acudo a su llamada y al abrirle la puerta su sonrisa parece desvanecer para convertirse en una mueca al visualizar mi rostro pálido por falta de sangre en las venas.
-¿Estás bien?-pregunta.
 Asiento.
-Solo he tenido una mala noche. Por cierto ¿viniste ayer a mi casa por la noche?-tenía que preguntárselo por si la herida me la sanó él.
-No. ¿Por qué?-parece preocuparse. Eso es lo que intentaba evitar.
-Nada, no importa. Parece que solo fue un sueño- miento, sintiendo como mis esperanzas se desvanecen.
-Así que ¿sueñas conmigo?-ríe.
-A veces, pero lamentablemente siempre son cosas desagradables.-admito dirigiéndome al exterior.-Vamos.

El camino a clase se hace pesado: mis miradas continuas a ambos lados para vigilar ante cualquier peligro acechante, los ojos vacíos de Jack todavía afectado por la muerte de su madre y ningún tipo de conversación que nos saque de este denso ambiente.
-No hay tanta diferencia.-susurra Jack.
-¿Qué quieres decir, Jack?-manifiesto sin entender nada.
-Mi madre.-clavo mis ojos castaños en él.- Antes apenas estaba en casa, de hecho nunca estaba y ahora es lo mismo.-alza la cabeza al cielo.
-Pero…-intento decir.
-¿Sabías que tenía un amante?-el dolor se palpa en su voz- Cuando se produjo el accidente, el que conducía era ese hombre, que al parecer se salvó. La policía nos ha informado.-se detiene y golpea la pared con el puño.-Mi madre nos ha engañado, Karen. ¡Nos ha hecho creer todo este tiempo que nuestra familia estaba unida y no es así!
-Jack, lo siento.-consigo decir, porque en este momento no se me ocurre otra cosa mejor.
Me mira compasivo y se acerca lentamente volviendo a la normalidad.
-Perdona, me he estresado.- introduce las manos en los bolsillos.-Sólo es que no puedo creerme que mi madre nos hiciera esto.
-Jack.-me apresuro a cogerle el rostro.- Prométeme que no vas a hacer locuras.
-¿Te refieres a vengarme del hombre que ha sido el causante de la muerte de mi madre?, No soy así. La vida se encargará de ponerlo en su lugar.-advierte mi preocupación por él.- Tranquila, ¿vale? Estoy bien.
El resto del trayecto transcurre mucho más tranquilo, sin preocupaciones. Al entrar a clase, ocupo mi pupitre y con el sonido agudo de la campana dan comienzo las clases. Paso las horas siguientes mirando por la ventana, las nubes blancas amenazan con juntarse con otras para hacerse mucho más grandes, aunque muchas de ellas se disuelven en el camino, mezclándose con el cielo azul. Caroline me empieza a contar lo que ha hecho los días que ha estado enferma aunque no le presto mucho atención hago ademán de escucharla. El timbre toca de nuevo para la siguiente clase: Educación Física con Robert. Nos cambiamos el uniforme para ponernos la ropa para esta clase.
Robert nos saluda con una sonrisa, eso no es bueno.
-Sin excepciones, sin excusas, quiero que corráis veinte vueltas alrededor del patio, que últimamente os veo rechonchos y sí, va por ti Adam.-y con esas palabras roncas de Robert sabemos que estamos en su clase de tortura adolescente.
Empiezo a correr junto a Scarlett, que me adelanta a los dos minutos de haber empezado. Entonces siento ese dolor punzante en la herida del costado: se está abriendo. Pero no puedo pararme porque Robert está pendiente de mí. Inicio un mareo intenso y estoy a punto de desplomarme cuando noto que la mano, que tengo aferrada a la sudadera en el lugar del corte, se embadurna de sangre. Si Robert o mis compañeros ven la sangre, dará comienzo una incontrolable ola de preguntas a las que no tengo respuesta. Obligo a todo mi cuerpo a no responder a la necesidad de cerrar los ojos y caer al suelo. Sin pensar, me salgo del grupo y le grito a Robert:
-¡Voy al baño!-él parece protestar pero no tengo tiempo para sus discursos, sin sentido, sobre los alumnos antiguos que tenía que corrían una hora entera.
Llego al pasillo, exhausta y más mareada que antes. La mancha en la sudadera se ha hecho más grande, escucho los pasos de alguien que se acerca, intento reaccionar pero mis piernas no responden.
-Karen, ¿qué te pasa?-la voz de Jack me tranquiliza. Parece fijarse en mi estado y en la sudadera.- ¿Qué es esa herida?-Me ayuda a colocarme en el suelo y se inclina para estar delante de mí.
-Jack. Me desperté con ella y me desmayé a causa de la pérdida de sangre, esta mañana estaba curada, por eso te pregunte si habías estado en mi casa.-cojo aire agobiada.
-No creerás que han sido los de Hiedra Roja ¿verdad?
 Asiento.
-Ya he descubierto lo que quieren decir, es una advertencia: Saben dónde estoy y en cualquier momento pueden acabar conmigo. Sólo quieren que lo sepa para que el miedo se apodere de mí y lo están consiguiendo…-balbuceo
-No tienes por qué sentir miedo, yo estaré para protegerte.
-¡NO!-grito con las pocas fuerzas que me quedan-no, no quiero. Elliot me dijo las mismas palabras y al día siguiente murió, Jack. No quiero que te ocurra lo mismo. ¡No quiero que desaparezcas de mi vida!-me abraza con fuerza y huelo su aroma y este es el recuerdo que me quedo antes de cerrar los ojos involuntariamente.
Abro los ojos por ternera vez, hoy. Esta vez estoy en un hospital, supongo que me llevaron aquí después armar tanto jaleo en el pasillo. Se escuchan unos golpes leves en la puerta, Jack entra y acerca una silla a la cama en la que me encuentro.
-¿Cómo estás?-pregunta.
-Mejor.-reconozco.
-Has estado dos días aquí, te han cosido la herida y si prometes quedarte esta noche mañana podrás volver a casa.-sonríe.
-Oye… ¿han dicho algo sobre…?-intento decir.
-Les dije que te habías dañado con un cuchillo, accidentalmente.-se encoge de hombros,-los médicos no hicieron más preguntas y los profesores no prestaron mucha atención a mis explicaciones. Respecto a tu temperatura trastornada por tu habilidad, no han  dicho nada al respecto.
Con esa información me quedo más tranquila. Cumplo la promesa de quedarme a dormir en este lugar tan “apetecible”. La noche es tranquila y eso hace que pueda dormir bien.
A la mañana siguiente, antes de lo previsto, me dejan marcharme. Jack iba a pasar a recogerme pero al adelantarse la hora no tengo más remedio que volver sola. Mientras camino pienso en las palabras que le dije a Jack antes de caer desmayada. Lo decía en serio, él me importa y no quiero perderlo…Una ráfaga de viento suprime mis pensamientos, miro a ambos lados pero no encuentro nada. Tengo un mal presentimiento. Sigo caminado pero ese viento se encuentra muy cercano a mí. Giro bruscamente y antes de poder reaccionar, me cogen de las muñecas y unas voces susurran en mi oído:
-¿Te gustó nuestra advertencia? Parece que no te has tomado muchas molestias en huir de Hiedra Roja.
-¿Hiedra Roja?-digo y me empujan contra la pared.
-¿Quieres una prueba? Mira la marca que nos caracteriza.- ponen sus brazos cerca de mi punto de visión, el tatuaje de la hiedra es inconfundible.- Adiós, Karen esta es la última vez que ves la luz del sol.
No cierro los ojos. Seré fuerte.