domingo, 27 de marzo de 2011

Capitulo 10: No temas

-¿Estás mejor?-comenta Jack mientras caminamos en dirección al instituto.
-Sí, estos dos días he estado mejor-respondo.
-Oye… ¿te puedo hacer una pregunta?-se toca el pelo y mira hacia otro lado. No respondo, así que prosigue.- ¿Cómo era tú…hermano?

Me sorprende. Quiero girarme y apartar esa pregunta, pero… ¿Cuántas veces tendré que evitarla? Ya estoy cansada de ocultar lo que llevo escondiendo todo este tiempo. Inclino la cabeza y comienzo a hablar:

-Era… era… un idiota.- Jack se queda perplejo, seguro que esperaba algo como “el mejor hermano del mundo”.- Siempre estaba en las nubes, buscando en sus pensamientos una mejor forma de vivir. Muchas veces me presentaba en su habitación y lo localizaba junto a la ventana, se volvía, clavaba sus ojos verdes en los míos, se tocaba el pelo negro y sonreía, nunca me dijo por qué miraba tanto la ventana, ahora lo sé: vigilaba por si divisaba a esos hombres.
-Entonces no era un idiota ¿no?- me mira.
-No, no lo era.-de repente me inunda una tristeza que evade mi cuerpo y mi mente. Recuerdo la sangre, su sangre… su grito.
-¿Han descubierto algo más de la niña asesinada?- Jack ha notado mi malestar.
-No, no hay muchas pruebas, solo el cuchillo y no dice nada.
-¿Sigues pensando que fue Matt?-añade cortante.

Asiento, él no hace más preguntas y el resto del camino permanecemos en silencio. Jack se niega a pensar que Matt sea un asesino, yo en cambio estoy segura de ello. Al llegar al instituto localizamos a Caroline, que nos saluda alegremente. El sonido del timbre nos  indica que hay que entrar a clase y a seguir con la rutina de siempre. La primera clase es de Lengua, estoy absorta en mi mundo mientras la profesora explica en la pizarra. Ahora Jack conoce mi secreto y no sé si eso puede ser bueno. La clase acaba y comienza otra peor, Matemáticas. Durante la hora dibujo en la libreta, sin saber por qué  
Mis ojos se mueven en dirección a la puerta. No puede ser… abro los ojos y sin apartar la vista, llamo a Jack que está delante.

-Jack, Jack- murmuro y él responde a mi encuentro.- Jack es…es… es Elliot.
-¿Qué?- sigue mi mirada y busca algo en la puerta.- Karen, no hay nadie además tu hermano está…
-Lo sé pero está ahí.-insisto, en su rostro se palpa preocupación. No estoy loca.-Voy a ir con él.-me levanto sin hacer caso a lo que responde, ignoro la clase de matemáticas y me apresuro a llegar hasta él. Son pasillos y pasillos los que recorro, pero nunca lo alcanzo estoy exhausta y me empiezan a fallar las piernas pero no quiero dejarlo ir… no quiero que vuelva a marcharse de mi vida. Lo visualizo bajando las escaleras y estoy dispuesta a seguirle, pero alguien me sujeta de la mano.

-¿A dónde vas? Deberías estar en clase.- La silueta de Elliot desaparece, me rindo.- ¿Karen?
-Suéltame, Matt.-me deshago de su mano bruscamente y me alejo cierta distancia.
-¿Qué pasa? No estarás así por lo de entrar en tu casa ¿no?- no puedo creer lo que estoy oyendo.
-¿Me lo dices en serio? Las personas normales no entran en casa de desconocidos. Cuando te fuiste descubrieron a una niña muerta… ¿no te suena?- digo directamente mirándolo con frustración.
-¿Me estás acusando? Yo no sé nada de esa niña.-contesta a la defensiva.
-Entonces me puedes decir ¿por qué entraste en mi casa y te pusiste a mirar por la ventana? Yo lo veo claro, la mataste, huiste, te ocultaste en mi casa y esperaste por si aparecía alguien, luego te fuiste.
-Entré en tu casa por otro motivo, no soy un asesino, Karen.-no le creo.

En ese momento aparece la profesora de matemáticas acompañada por Jack, me hacen varias preguntas yo contesto a todas diciendo que necesitaba salir a tomar el aire y por eso me ausenté del aula. Por suerte Jack no le ha contado nada sobre Elliot. Me acompañan a clase, pero antes dirijo una última mirada a las escaleras por donde mi hermano se ha desvanecido. Me preocupo, ¿me estaré volviendo loca? He visto a una persona que está muerta…
Al entrar todos mis compañeros se levantan y comienzan a decir sus propias conclusiones de lo ocurrido, yo me dedico a apartar la mirada y a regresar a mi mesa. La profesora me permite abrir la ventana, me quedo observando el exterior hasta que termina la clase y aparece en la puerta mi profesor de educación física, suelta con brusquedad su libreta en la mesa de profesor y habla con claridad:

-Todos al patio, quiero diez vueltas cada uno y cuando  terminéis con eso se ponéis a jugar al fútbol. ¡Moveos!- y con ese grito salimos todos del aula, nos cambiamos de ropa en el baño y nos presentamos en patio. Iniciamos las diez vueltas, me cansó a la segunda, me paro unos segundos.- Karen, ¡¡Vamos!!- Su vos es tan repulsiva y perturbadora que sigo corriendo hasta que me desmaye.
Cuando terminamos la mayoría de la clase sigue con las indicaciones del profesor Robert, y juegan al fútbol. Me niego, además no serviría de nada que yo les acompañara… sería un estorbo. Robert acepta mi petición aunque sé que me ha dejado fuera porque me tocaba en su equipo, y él detesta perder.

Me acomodo en un escalón que hay cerca de la pista, Scarlett se acerca y se sienta a mi lado.

-¿A ti tampoco se te da bien el deporte?- inquiero con un a sonrisa.
-No, yo soy más de tocar el violín.-me devuelve la mirada.- ¿Estás bien? Lo digo por lo de antes.
-Sí, tranquila solo necesitaba salir un rato.-miento desviando el rostro.
-Me alegro de que sólo fuera eso.-suspira aliviada.- Un día tienes que volver a mi casa, sé preparar otro postre y podíamos ver una película o algo.
-Sí, no es mala idea.- La verdad es que me gustaría conocer mejor a Scarlett.
-¡Eh! Karen, se me ha olvidado mi libreta en la clase, corre y tráemela.-grita Robert desde la pista.

Me levanto y me dirijo a la clase. Odio a Robert y él me odia  a mí, las personas que no son deportistas no valen la pena en su clase. Y encima le tengo que llevar su estúpida libreta porque el pobre solo tiene en mente cosas obscenas, seguro que en la libreta esa que es tan importante tiene fotos de tías con poca ropa. Abro la puerta de clase, me sorprende que no esté cerrada con llave, y me apresuro a coger su pertenecía. Cuando estoy a punto de salir, visualizo en mi mesa algo grabado. Me acerco y al ver lo que hay retrocedo y me caigo por tropezar con una silla: Es una enredadera de hiedra de rojo escarlata, lo toco y me mancho los dedos con el color, ¿sangre? Al lado del símbolo hay escrito: “No temas”
¿Qué no tema?, ¿Qué pretenden decir con eso? Agarro un pañuelo de mi bolsillo y froto con él la hiedra. Cuando lo borro, salgo de clase y corriendo llego al patio, Robert me ve.

-¡Karen, la libreta!- se la llevaría si pudiera moverme, estoy inerte. Noto que mi rostro palidece- ¡La libreta!

Jack se acerca, al ver mi aspecto.

-¿Qué te ha pasado?- empiezo a ponerme nerviosa, mis manos producen fibras de hielo que congelan la libreta de Robert.-Mierda- coge la libreta de mis manos y la esconde al ver que el profesor irritado se acerca.
-Vamos, dámela.-me dice, pero yo estoy en lo más profundo de un abismo.
-La puerta estaba cerrada y no ha podido cogerla.-dice Jack por mí.
-Toma la llave y… ¡Tráemela!- y con esto termina su conversación.

Jack me acompaña dentro del recinto escolar y se me queda mirando con interrogación.

-Me dijiste que tus habilidades se descontrolaban cuando tenías nervios, miedo o tristeza intensa… ¿por qué has congelado la libreta?
-Porque…- invéntate algo Karen.- porque estoy triste por lo de Elliot.-concluyo.
-Lo mejor será que vuelvas a casa, hoy estás muy distante.- admite.

Asiento. Cuando ya estoy fuera, de camino a casa me pregunto que habrá hecho Jack con la libreta congelada de Robert. Lo único que hago es meter a Jack en problemas, y encima ahora… todavía más. Ya saben donde estoy y están en mi instituto, y no puedo permitir poner en peligro a las únicas personas que han sido importantes en mi vida. De pronto escucho un ruido a mis espaldas y sin volver la vista atrás salgo a correr, por mi cabeza pasan mil formas que podrían utilizar para matarme en ese preciso instante. Llego a casa, y me apoyo en la pared del salón. Respiro agitadamente, me tiemblan las manos y las piernas. Escondo la cabeza en mis brazos y empiezo a pensar detenidamente en lo que puedo hacer ahora.  Solo tengo una opción:

Tengo que volver a empezar de nuevo, salir de aquí. Buscar otro hogar. Alejarme de las personas que únicamente han entrado en mi vida y no volver a dejar que nadie vuelva entrar en esta…jamás.

Las lágrimas que he estado reteniendo salen impetuosas, y gimiendo susurro unas palabras:

“Nunca serás ni tendrás una vida normal en este mundo, nunca debí nacer”

Opto por otra posibilidad, me levanto, cojo un cuchillo de la cocina y lo deslizo sobre mis muñecas. Brota sangre, y es lo que necesitaba: relajación. El mundo se cierra, mientras mis párpados caen para no volver a abrirse…. Nunca más.

sábado, 19 de marzo de 2011

Capitulo 9: El secreto mejor guardado.

No me encuentro bien. El sol aún no ha salido, el cielo está cubierto por un manto gris. Escucho el sonido de la lluvia al eclosionar en el suelo. No consigo dormir, intento cerrar los ojos pero a mi mente llegan esas horribles imágenes: el cuerpo inmóvil de la chica muerta, sus desorbitados ojos azules…Alzo la mano y coloco la palma sobre mi frente, por el calor que desprende deduzco que mi malestar se ha transformado en fiebre. Ahora, vuelven las preguntas que desde ayer me han inquietado… ¿Habrá sido Matt el causante de lo sucedido ayer con esa niña? ¿O solo fue una coincidencia?
Recuerdo una frase que escuché una vez: “No existen las casualidades en este mundo, solo existe lo…inevitable.
Finalmente, mis párpados empiezan a rendirse ante el sueño, la oscuridad toma forma hasta que se pueden advertir imágenes. Antes de adentrarme del todo en lo que, seguramente, sea una pesadilla, escucho el leve sonido del cascabel de Cheshire.

Es de noche, sólo hay una luz que me sirve de guía, al parecer está detrás de mí porque refleja mi sobra hacia adelante. Me giro y descubro que la luz procede de la luna llena. Miro a mí alrededor, estoy en una calle bastante semejante a la mía, solo que esta está rodeada por unos tenebrosos árboles. Los pies me obligan a avanzar, y eso hago. Estoy así un buen rato hasta que distingo, en la penumbra, un cuerpo acostado en la calzada, me aproximo con curiosidad para averiguar el rostro de dicha persona. Es la chica de diez años, de sus ojos mana una sangre oscura que tapona sus pupilas, intento correr pero alguien me retiene, por el rabillo del ojo encuentro a Matt con una cristal afilado en su mano izquierda dispuesto a atacarme. Descubro que la chica que estaba antes en el suelo ha desaparecido y en su lugar hay otros miles en su mismo estado, entre ellos descubro a Scarlett, Caroline, Marina y…a Jack. Matt se acerca vacilante a su cuerpo y tantea sus ojos con el cristal, antes de poder impedirlo, lo clava directamente, aparto la mirada, las lágrimas han brotado automáticamente de mis ojos, no tengo tiempo para llorar porque ahora Matt va directo hacia a mí, me sujetan por detrás y me clava el cristal justamente en el corazón.

Grito, intento erguirme pero estoy inerte por la fiebre. Alcanzo el termómetro del cajón y lo introduzco en la boca, al cabo de unos minutos suena, lo miro: 39.0.
Mejor me quedo en la cama, tranquila. Acomodo la cabeza en la almohada, pero el ruido del timbre suena por toda la casa y hace que me levante para acudir a su llamada. Bajo las escaleras, mareada, temo no llegar a la puerta. Al abrirla me encuentro con Jack, que pasa al recibidor sin mi permiso.

-Oye Jack, no me encuentro…-intento decir.
-¿Qué ha pasado fuera? Hay bastantes policías.-me interrumpe.- ¿Qué me estabas diciendo?
-Que estoy enferma y respecto a los policías…es por…-de pronto recuerdo el sueño y la situación de ayer- es por la muerte de una niña…-concluyo.
-¿Una niña? Pero… ¿quién podría hacer algo así?
-No lo sé, pero yo tengo un principal sospechoso- admito furiosa, observo en su rostro asombro, decido continuar si me cree o no es cosa suya-Matt.
-Imposible… ¿Matt?, ¿Matt Walker?- asiento- No, no creo que un chico de diecisiete años vaya matando a niñas inocentes.

Le narro lo sucedido ayer, sin dejarme nada, cuando termino se queda exactamente igual, sin cambiar de opinión acerca de Matt.

-Bueno, dejando el tema aparte deberías descansar.-hace notar su preocupación.-Si quieres que haga algo…
-No, gracias puedes irte.-Jack se queda parado, mirándome con sus ojos azules, los cuales perdí en esa pesadilla. Ahora me asusta no volvérselos a ver…-Dale de comer al gato, si quieres-ordeno mientras subo las escaleras, aunque no lo esté mirando puedo percibir su sonrisa-Ahora estoy segura que lo de Annie fue una alucinación-concluyo.

Me meto en la cama, me siento peor por el esfuerzo de haberme levantado. Respiro simultáneamente y entrecortado. Jack sube con una sopa y un vaso de agua junto a unas pastillas para el refriado. Me las tomo y cuando estoy un poco mejor vacío la sopa. Me quedo dormida al despertar, la fiebre parece haber disminuido del todo. Agarro el libro de Sherlock Holmes del estante que hay a mi izquierda y comienzo a leer, oigo el cascabel de Cheshire que se acerca y se asienta, realizando un salto, en mi cama. Le acaricio el pelaje gris y él parece alegrarse de que esté mejor.

-¿Te ha molestado?-pregunta Jack desde la puerta, niego con la cabeza.-Le dije que se quedara abajo, pero no he podido retenerlo por más tiempo.
-Tranquilo, estoy mejor.-sonrío.
-Ten, ponte el termómetro.-me lo entrega y me lo coloco en la boca.-Dejáme ver.-lo recoge y al verlo se queda muy pálido, me mira, vuelve a mirar el termómetro, me mira de nuevo.- Tu termómetro está…roto.
-¿Qué? No, no puede ser. Déjame ver.- Cuando miro sus cifras me doy cuenta de por qué se ha puesto lívido, marca 34,6. Mierda, ¿cómo he podido ser tan descuidada? Mi temperatura normal es menor que la de los demás ¿y ahora qué? Si le digo que está estropeado me tocará y advertirá mis bajos grados, si por otra parte le suelto que no l está…no sé lo que podría pensar.-Ehh…no sé lo que le pasa.- Genial Karen, que bien te planteas las respuestas.

Acto seguido, y como me esperaba, posa su mano en mi frente. Ahora sí que se le nota que algo no marcha bien.

-Karen…estás fría.-dice.

¿Qué puedo hacer?, ¿qué puedo hacer?

-Te voy a llevar al hospital, no, mejor llamo a un médico para que venga.-se dispone a hacerlo pero me apresuro a retenerle.-Karen, vuelve a la cama o te pondrás aún peor.
-No lo llames, por favor.-le suplico.-por favor.-si lo llama…ya no habrá nada que hacer.
-¿Pero qué te pasa? Solo quiero que te mejores.-intenta soltarse de mis manos sin éxito.
-Estoy bien, Jack. No necesito un médico.-insisto.
-¡¿Qué estás bien con 34 grados de temperatura?!-grita con desesperación.
-Jack…-susurro y me desplomo de rodillas, me rindo.-Mi temperatura normal es de 33 grados…
-Estás empeorando, ahora deliras…-se coloca delante de mí.-Voy a telefonear a…
-¡Joder que es verdad, no estoy delirando!-me estoy mareando de nuevo, muevo las manos y estas reaccionan, ante mi actitud nerviosa, helando el armario que hay cerca de nuestra. Jack se queda perplejo y su palidez empeora, la mía también lo hace…
-Menudo truco… ¿querías asustarme verdad?, ¿cómo lo has hecho?-dice intentando buscar una respuesta más coherente que la que propone él.
- Jack, te dije que no era normal, tengo esta habilidad…puedo provocar una congelación instantánea a cualquier objeto inmóvil o vivo. Mi temperatura normal es 33 debido a este hecho…no espero que lo comprendas pero…
-No, no puedo comprenderlo, es verdad…me marcho.-se levanta y cumple lo que dice.

No…no…no por favor. Unas finas lágrimas descienden por mis mejillas. No quiero que se aleje…de mi vida. Sin pensarlo dos veces corro hasta las escaleras, el mareo, al levantarme tan repentinamente del suelo, aumenta, pero no me importa…ahora mi mayor prioridad es no dejar marchar al único chico que ha querido entrar en mi vida, y al que le he dejado entrar…
Estoy en las escaleras, Jack abre la puerta y lo único que hago es gritar su nombre, entre sollozos, intento bajar otro peldaño pero me desmayo, espero el gran golpe…y espero no volver a despertarme nunca más. Pero el golpe no llega, abro débilmente los ojos, me sorprendo al verme en los brazos de Jack que me transportan a mi cama. Cuando me suelta, le doy la espalda y empiezo a sollozar…no puedo creer que le haya contado a alguien, después de tantos años, mi habilidad.

-No llores.-me coge de la mano.- Lo siento.
-¿Por qué?, ¿por qué me has salvado?, ¿por qué no te has marchado?-pregunto gimiendo.
-Supongo que…porque me importas demasiado.-eso hace que sonría levemente.
-¿Sabes por qué te dije que lo de mis padres fue culpa mía?-no responde y yo decido sacarlo todo.-Lo fue, mis habilidades se dieron a conocer cuando tenía cinco años, un año después nos visitaron dos hombres, querían hacer un “negocio”: ellos se quedaban conmigo y me quitarían esa habilidad, después volvería a casa como una chica normal. Mis padres se negaron. Al cabo de unos meses dichos hombre volvieron con la misma propuesta, convenciéndoles de que sería mejor para ellos y para mí, pero obtuvieron la misma respuesta. Pasaron los años y pensamos que se habrían rendido, pero no fue así. Cuatro años después volvieron, el que dio la voz de alarma fue mi hermano Elliot, tuvo un presentimiento, nos contó que había visto a estos hombres hace unos días cerca de casa. Mi hermano me escondió junto a Cheshire en una caja fuerte que estaba diseñada por él, compró una y le hizo algunos arreglos cuando visualizó a esos hombres. Sólo recuerdo de dicha caja que se cerraba con llave desde dentro, que dicha llave me la entregó Elliot por la ranura que tenía…Pude oír como mi madre gritaba, el sonido de la sangre al caer, y el ruido de sus pisadas al acabar con todo lo que encontraban, después fue mi padre y por último, con mis propios ojos vi como mataban a mi hermano…Sangre…, ruidos…,y sus sombras reflejadas en el suelo y por último un grito desgarrador que indicaba su muerte, me buscaron por toda la casa, y me encontraron en esa caja, pero al no poder abrirla quemaron la casa, pero mi escondite era resistente, por la ranura entraba el humo, en un último intento aferré la llave y abrí la caja, recuerdo haber visto un ojos grises como el metal. Los bomberos me encontraron y me enviaron con mi tía Sofie…-respiro profundamente.- Ella no era tan comprensiva como mis padres, y no pudo aceptar mis habilidades y menos por ser la causa de muerte de su hermana. Me encerraba en su desván, me entregaba latas de conservas para comer y cenar. Así estuve dos años, ella no quería saber nada más de mí. Decidió enviarme al colegio, con un nombre falso: Marie Scanfor Kley, y fingía ser la hija de su amiga fallecida. Hasta los catorce años, me envió a Asturias, prometiendo que no volvería a su casa, y que negara que fuera familia suya, me prometió que todos los meses me añadiría dinero a mi cuenta. Cambie de lugar de residencia porque…me pareció verles.
-¿A esos hombres?-cuestiona Jack.
-Sí, son discretos, van vestidos con elegancia, mayormente utilizan el color blanco y en la parte inferior de las muñecas llevan tatuado una hiedra roja.

De repente, me abraza y susurra: “Ha tenido que ser…horrible.”
Puede parecer irónico, pero me siento mejor. Llevo todo este tiempo guardando toda esta historia, y nunca imaginé que al contarla me quedaría tan…aliviada. Respondo al abrazo de Jack, agradeciéndole su atención a mi historia sin salir corriendo, mientras  pienso:

                                               “Ad astra per aspera”

"Hacia los astros a través de lo áspero", es decir, que se puede llegar a lo bueno a través de lo desagradable.

domingo, 6 de marzo de 2011

Capitulo 8: En estos momentos tú ¿en qué piensas?

Después de la noche anterior, estoy más animada, Jack me dejó dormir en su casa, en una habitación situada al lado de la suya, no estaba decorada, apenas tenía nada sólo una cama y una mesita, supongo que sería la habitación que utilizan para las visitas. Recuerdo el cielo iluminado por las estrellas que relucían en su oscuridad, las observé por la ventana que se encontraba a mi derecha. Por la mañana la luz penetró por su fino cristal y se dejó caer en mi rostro, despertándome de esta forma. Bajé las escaleras, pisando el último peldaño me dirigí a la cocina de la cual brotaba un dulce olor, me acomodé en una silla que rodeaba la mesa, vestida de un mantel gris donde se hallaba el desayuno: tortitas. Nunca antes las había probado. Me extrañó mucho que su madre no estuviera en la estancia, hasta que visualicé una nota, pegada al frigorífico con un vistoso imán, que explicaba ese hecho:

                                  “He salido a comprar, volveré pronto”
                                    Mamá.

Me sentí extraña al leer “mamá”, entonces fue cuando me di cuenta, ¿Qué hacía yo allí, tomando el desayuno y durmiendo en otra cama que no fuera la mía? Bajé la cabeza, quise irme pero en ese instante llegó Annie, con su pijama de flores y su mirada cansada se acercó a la mesa para acompañarme. Ya no podía marcharme de incógnito, así que decidí hacerle el favor, a mi olfato y a mi gusto, de empezar las tortitas. Mientras comíamos Annie se queda mirándome con sus iluminados ojos verdes. Entonces saca las palabras que estuvo guardándose con ilusión desde ayer:

-¿Es verdad que tienes un gato?-sonrió tímidamente.
-Sí, se llama Cheshire ¿por qué?-pregunté, aunque sabía la respuesta.
-Me gustan los animales, pero mis padres no quieren.-admite con tristeza.
-Puedes venir a verlo cuando quieras.-le digo alegremente.

Jack bajó unos minutos después, Annie y yo seguíamos hablando en el salón. Cuando terminó de desayunar, se vistió, se peinó, llamamos al cerrajero y me acompañó a casa con Annie, para enseñarle el gato. Se quedaron una hora y regresaron.

Estoy delante de la chimenea, con Cheshire en mi regazo y acariciando con la yema de los dedos la “K” del colgante que inicia mi nombre. El ruido del teléfono hace que me sobresalte. Dejo a Cheshire y me acerco a contestarlo, coloco el auricular en mí oreja y habla una voz conocida:

-Karen, hoy vamos a ir a un pub cercano, ¿te vienes?-es Caroline.- Di que sí, a Jack le he convencido si tu vienes, porque él tampoco es de ir a esos sitios.
-Bueno, supongo que no puedo negarme.-respondo, de todas formas tenía que darle el regalo de Navidad.
-Estupendo, a las ocho en el pub Cereza. Adiós.

Cuelga. Miro el reloj, las siete menos cuarto. Debería empezar a prepararme. Comienzo por una ducha, coloco el CD “The pretty reckless” en el compartimento correspondiente de la radio y lo escucho mientras el agua caliente cae sobre mi cuerpo. Al terminar, subo los peldaños de la escalera hasta llegar al piso de arriba, entro en mi habitación y abro el armario, analizo lo que hay en su interior y me decido por algo informal: un jersey rosa y unos vaqueros, me calzo mis converses del mismo tono del jersey, para finalizar me coloco una diadema. Me acerco al recibidor y agarro el abrigo y la bufanda que cuelgan de él.
Jack no tarda en tocar el timbre, introduzco las últimas cosas que necesito en los bolsillos y nos encaminamos hacia el pub.

-Oye…la cámara te costó mucho ¿verdad?-empieza a decir Jack- Es una Réflex.
-No te preocupes.-aclaro indiferente, sé porqué lo dice, ahora que sabe…bueno…lo de mis padres, se preguntará de donde saco el dinero, prefiero no contárselo, al menos por ahora.

El ambiente cercano al pub está muy cargado, hay una larga fila de personas esperando para entrar. Nos aproximamos a seguir con la fila, delante de mí hay una chica que se ha teñido el pelo de cinco colores distintos, me parece moderno, pero demasiado llamativo. Vamos avanzando hasta que por fin nos dejan pasar, empujo la puerta y lo que visualizo no es muy diferente de lo que siempre he odiado de estos locales: un gentío bailando descoordinadamente al ritmo de la música, la cual está a un volumen estruendoso, parejas (o eso quiero creer) besándose en cualquier rincón oscuro. Me dispongo a regresar a la puerta cuando de pronto vislumbro una cara familiar entre la multitud.  Entono los ojos y no puedo creer lo que estoy viendo: una niña de cabellos rubios y ojos verdes, con el pijama de flores que llevaba esta mañana.

-Jack, Jack- agarro su brazo y lo agito con suavidad.- ¿Me puedes decir porqué está tú hermana aquí?
Él parece sorprenderse, busca con la mirada pero no parece verla.
-Karen, mi hermana no está aquí, te habrás confundido.- manifiesta.-Ven, vamos a buscar a Caroline.
-Joder Jack, ¿cómo me voy a confundir si la tengo prácticamente delante?-señalo con la mano la presencia de la niña.
-Karen.-se detiene unos instantes.- Ahí no hay nadie. Es mejor que volvamos, puede que te encuentres mal.
-Muy bien, te la traeré y la verás, así no me tratarás como una loca.-me alejo de él y me abro camino por los adolescentes, las luces me están mareando, pero no me importa. Busco a la niña y cuando consigo verla, Annie levanta la mano y la agita para que la siga allá donde vaya, y eso hago pero cuando estoy a punto de alcanzarla, se pierde entre gente. Paro en seco.- ¿Dónde está?-paseo la mirada por ambos lado pero no doy con ella. Tres chicas, una de ellas pelirroja salen del baño situado a mi derecha.

-¡Karen!-Caroline se acerca y me abraza a modo de saludo.

Las otras dos son Marina y Scarlett. Jack se acerca por detrás y posa su mano en mi hombro, preocupado.

-¿Estás bien?-pregunta.
-Sí, tenías razón, me lo había imaginado.-sonrío para dejarlo tranquilo, pero aún así estoy segura de haber visto a su hermana.

Nos pasamos dos horas en ese asqueroso antro, en una mesa donde Caroline nos pide unas bebidas sin alcohol, menos ella claro. Al salir pagamos nuestros respectivos suministros y salimos, por fin del pub. En ese tiempo he descubierto más cosas sobre Marina, por ejemplo que le gusta el francés, (cosa que yo detesto) y tocar el piano.
Antes de marchen le entrego a Caroline y a Scarlett mi regalo, ellas lo aceptan con entusiasmo y me lo agradecen, después se alejan por la calle central.

-Te juro que no vuelvo a ese sitio.-aclaro con repulsión.
-Yo estaba pensando en lo mismo.-ríe Jack.

Llego a casa muy cansada, con la música retumbando, todavía, en mis oídos. Suelto mis prendas de abrigo y antes de poder hacer algo más, llaman a la puerta, la abro esperando al chico de cabellos dorados al que se le haya olvidado algo, pero no es él.
Alguien me empuja y cierra la puerta simultáneamente, se apoya en ella y me mira.

-¡¿Pero que mierda haces Matt?!-estallo indignada, recuperando el equilibrio.
-Shh…-me replica- Deja que me oculte aquí un rato.-se levanta y mira disimuladamente por  la ventana.
-¿Qué pasa? ¿Tu madre no te regaló el skateboard y te has ido de casa?-hago notar mi sarcasmo
-Calla.-me exige aun con la mirada fija al exterior.
-¿Te cuelas en mi casa y encima me reclamas? Lo que me faltaba.-no puedo creerlo- Vete.
-De acuerdo, de todas formas gracias.-se aparta de la ventana y se dirige a la puerta.
-Espera, ¿no me vas a contar lo que ha pasado?-pregunto.
-Son cosas mías, no te conciernen.
-Una cosa más, ¿cómo sabías donde vivía?-cruzo los brazos.
-No lo sabía, adiós.

Y se va, entonces… ¿se habría ocultado en cualquier casa? Hoy está siendo un día muy extraño, entre la imaginaria Annie y esto…
Decido no pensar en Matt. Preparo la cena y me coloco en una silla y cuando voy a empezar se escucha un grito desgarrador que procede de la calle. Rápidamente me levanto y salgo de casa, la imagen que veo no es agradable.

Un cuerpo está tumbado en la calzada, sin vida. Con las pupilas dilatadas y las manos situadas en la cabeza, donde tiene una herida, que seguramente sea la causa de la muerte. Al acercarme más descubro que el cuerpo es de una chica de diez u once años. Los vecinos las rodean, apartan la mirada con tristeza.

En estos momentos tú ¿en que piensas?
Lo diré: Matt y el recuerdo de su rostro sombrío al decir “Son cosas mías, no te conciernen”